Salomé

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Me encontraba en mi horario de descanso en el área común de profesores. Sentado en la mesa central, daba vueltas con una cuchara a mi café antes de dar la última clase, la cual me haría llegar en un abismal atraso con Jimin. Estaba preocupado. ¿Qué pasaba si llegaba a nuestra habitación blanca y él no estaba ahí? ¿Qué haría entonces? Mi corazón no volvería a latir, de eso estaba seguro. Pero tampoco estaba en posición de exigir algo, recién lo conocía y realmente tampoco esperaría casi 3 horas a un desconocido. Aunque si soy sincero conmigo mismo, esperaría a Jimin mil años y si no llegara, esperaría mil más. ¿Pero y si él no piensa lo mismo de mí? Es lógico, cómo es que un extraño va a hacer tanto por otro extra...

-¡Tierra llamando a Jungkook!

-¿Eh?

-Juro que has visto esa taza de café por más de una hora, ¿qué pasa? ¿te encuentras bien?

-Oh, eh... ¿sí?- Hoseok me hizo una cara de interrogación y yo sabía ya que no creía mi afirmación, él podía leerme fácilmente. Es el consejero estudiantil. De cabellera roja, con una sonrisa siempre presente en su rostro y una energía envidiable. Tiene un corazón de oro y sabe escuchar. Es por ello por lo que era el compañero con el que me llevaba mejor en la escuela, y se había convertido en mi amigo.

-Anda, vamos, dime qué te pasa. - Se sentó a un lado de mí en la mesa.

-Hay alguien...

-¡Lo sabía!

-¡Aún no te he dicho nada!

-Seguro este alguien te robó el corazón, y tu cerebro, porque llevo aquí siglos escuchando como relatas "¡Ah! ¡Jimin! ¡Perdón Jimin! ¡Jimin! ¡Jimin, Jimin, Jimin!"

-¡Oye! Él... espera, ¿me estuviste escuchando y no me detuviste? Los demás profesores entran y salen constantemente, ¡seguro ahora todos creen que estoy loco!

-Pues sí. - Se encogió de hombros. - Sabes que por voluntad propia no ibas a contarme mucho, y realmente parece que necesitabas hablarlo. Además, ¿a ti cuando te ha importado la gente? Así que vamos, habla.

Suspiré. Tenía razón.

-¿Recuerdas esa vez en la que nos conocimos y premiaron mi escrito de "Un amor de parpadeo"?

-¡Claro!

-Pues cuando lo escribí no sabía lo que era el amor, mucho menos uno a primera vista. Ni siquiera llegaba a pensar completamente que era real, que era posible... pero, he conocido a alguien, y, te juro que aquellas palabras no pueden describir ni un poco de lo que estoy sintiendo ahora.

-Pero eso es algo bueno, el amor ¿sabes?

-Sí... pero, ¿cómo sabes que es amor? Todo es tan... repentino. Probablemente ni siquiera se trate de amor. Le estoy dando demasiadas vueltas. Además, lo que sea que es, hoy es muy probable que lo pierda. - Volví a darle vueltas a mi café, con la mirada gacha.

-¿Qué te he dicho desde que nos conocimos, Jungkook?

-¿Que mi cara se asemeja a un conejo?

-¿Qué? ¡No! Bueno sí. Pero además, ese día del premio estabas muy emocionado pero habías dejado la esperanza de lado. Tenías una mirada similar a la de ahora y me acerqué a ti. Debes de dejar de ser tan receloso con el mundo. No tener expectativas idealistas, pero sí tener un poquito de fe. Aún no sabes qué pasa, ni siquiera si él siente lo mismo ¿o sí? Mucho menos lo has perdido ya ¿verdad? Cree un poco más, Jungkook.

El timbre que anunciaba el cambio de clase sonó. Me paré de la mesa.

-Gracias. Eres un gran amigo. - Di unas palmadas en el hombro de Hoseok, le dirigí una sonrisa honesta porque realmente sus palabras me habían calmado. Tomé mi portafolio y caminé al salón de clases.

Cuando volvió a sonar el timbre, no dudé en tomar mis cosas con alta velocidad para salir corriendo de la universidad y llegar lo más pronto que pudiera al museo. Mientras corría me colocaba mi abrigo negro y mi bufanda.

Bajé del taxi que tomé al segundo de salir del edificio de clases, y miré mi reloj. Joder. Eran pasadas las 5. Hubo mucho más tráfico del normal porque comenzó a llover. Nuevamente apresuré mi paso para adentrarme en el museo.

Mientras caminaba, anhelaba que mi ángel no me hubiese abandonado. No podía no verlo de nuevo. Con las palabras de Hoseok resonando en mi mente callando mis preocupaciones internas, llegué a la habitación.

Suspiré de alivio.

Ahí estaba.

Sentado en el banco, con las piernas arriba de este cruzadas, y su brazo recargado en ellas, descansado la cabeza en su mano. Estaba dormido. Una vez más me encontraba afirmando que este hombre era un ángel. Porque no solamente se veía como uno y me provocaba tranquilidad el verlo dormido, sino que caí en cuenta que me había esperado más de 3 horas.

Con cuidado de no despertarlo me acerqué al banco y pude ver que había un cuaderno de dibujo y varios lápices regados. Sonreí al ver lo que había hecho. Eran bocetos de... ¿de mí? ¿Me había dibujado? ¿Cómo es que aún dejándolo esperando se pusiera a hacer algo inspirado en mí? Tomé mi cabello con la mano y lo sacudí un poco. Estaba un poco mojado por las gotas que aún caían en la ciudad. Volví a ver a Jimin y suspiré. Aún me encontraba agitado por la carrera que acababa de hacer.

-Perdóname ángel. - Dije sin pensar, en voz alta. Cosa poco inteligente en una habitación así, pues mi voz retumbó en el vacío creando eco y sus ojos se abrieron.

-¿Ángel? - Sonrió divertido. Se veía precioso. Tallaba sus ojos con sus pequeñas manos que estaban cubiertas hasta la mitad por el suéter de rayas negras que tenía puesto.

-Sí bueno, pareces uno. - No iba a mentirle. Me encogí de hombros viéndolo sonrojarse y me senté frente a él. - Lo siento tanto, olvidé decirte ayer que estaría ocupado hasta más tarde.

-Oh. No, no hay problema. En realidad también es culpa mía. Te puse un horario sin pensar en que tienes cosas que hacer. - Agachó la cabeza y al percatarse de su libreta abierta se apresuró a cerrarla. Me reí.

-Dibujas lindo. Tienes talento.

-Aish, lo siento, no creas que soy una clase de obsesionado o algo así pero...

-Tranquilo. No lo hago. Lo digo de corazón. - Paré sus palabras ahí para que no se escondiera más pero la verdad es que lo interrumpí porque era yo el que se creía un obsesionado.

-Gracias. - Me sonrió todavía apenado. Luego miró a los lados. - Uhm ¿qué hora es?

-Tarde, casi las 6. No puedo creer que me esperaras.

-Cuando dije que quería verte a diario lo decía en serio, Jungkook. - Algo se removió en mí. Escuchar de su voz mi nombre, junto con esas palabras me provocaba una emoción genuina.

-Gracias. - Ángel, dije para mis adentros. ¿Sería mucho de mi parte decirle así por segunda ocasión en voz alta? Tal vez. Mejor esperaría un poco. - Así que, ¿qué historia vas a contarme hoy, Jimin?

Museo de un ángel | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora