Prólogo

3.8K 228 191
                                    

Habían pasado varios días desde su confesión. El albino por un lado disfrutaba la dicha de ser correspondido; sin embargo, había algo que lo angustiaba de tal manera que le quitaba el sueño por las noches. Él miedo de perder a Shieda, su querido alumno y amante.

La prueba del arma darkin. Una prueba que podria ser mortal para el joven aprendiz pero a su vez era necesaria.

Se había declarado por eso, y porque ya no podía más con la culpa que sentía amando al "maldito mocoso arrogante". Nadie además de Kayn podía enterarse, él era el único con el que tenía la confianza suficiente. Él era el único que conocía sus más sombríos pensamientos desde entonces.

El día de la confesión lo llevó a la cama por segunda vez. Dejar de resistirse fue difícil, pero Kayn sabía a la perfección como enloquecer a su mentor.

No podía creer que un chico joven, inexperto le hiciera sentir así de bien. Parecía estar dispuesto a todo, absolutamente todo, y eso le encantaba.

Pensaba en él por las noches y comenzaba a desearlo, pero debía ir lento. Intentaba disimular lo mucho que el "crío" le gustaba, aunque odiara reprimirse y estuviera en contra, no quería dejar su orgullo de lado.

Seguía actuando frío con Kayn, pero no como antes. Tan solo quería evitar perder el respeto, aunque aveces cuestionaba cuánto lo respetaba al ser tan provocativo en todos los sentidos.

—Zed.—

Quizás había sido coincidencia, mas no quitaba el hecho de que se encontraron en el momento oportuno. Kayn apunto de salir de su habitación y Zed apunto de tocar la puerta.

—¿Sucedió algo?— Preguntó el menor.

—Shieda, sé que debes descansar para la misión de mañana, pero...—

—¿Quieres que vaya a tu habitación, Zed?— Preguntó con una sonrisa traviesa.

—Sí, pero no a lo que piensas. Quiero que tomemos el té.—

—Entonces quieres pasar tiempo conmigo...—

El mayor comenzó a molestarse por las obvias intenciones del menor por fastidiarlo.

—Sí, Shieda. Quiero que pasemos un rato juntos.—

El menor sonrió satisfecho.

—Está bien, Zed. Podría regalarte un poco de mi tiempo si tú me dejas darte un abrazo.—

—Siempre empiezas con esas cosas y terminan en algo más que un simple abrazo...—

—Exacto. Quiero que lo hagamos.— Dijo sin pudor.

El mayor no se sorprendió para nada con la declaración del precoz Shieda.

—No es buen momento para agotárte, Shieda. Tan solo conversemos, dijiste que iríamos lento ¿Recuerdas?—

Kayn suspiró decepcionado.

—Tú ganas.— Dijo saliendo de su habitación.

Siguió al mayor. Al llegar se sorprendió al encontrarse con la merienda servida, generalmente Zed hacía el té en el momento.

—Parece que alguien estaba más que seguro que aceptaría la invitación.—

—Si no aceptabas iba a invitar a Nakuri.—

La expresión de Kayn se deformó.

—¿Algún problema, Shieda?—

—¿Te atreverías a hacer eso luego de lo que pasó entre ustedes?—

[Temporada 2] Odio lo que me haces hacer. ~ Zed x KaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora