La oscuridad es honesta

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Kayn se durmió temprano, la jaqueca se hacía cada vez menos soportable. Sin embargo no le tomó mucho tiempo conciliar el sueño, lo cual tranquilizó a Zed.

El albino se quedó un par de horas escribiendo un discurso apropiado para su difunto seguidor.

Apenas terminó fue directo a la cama agradeciendo que Kayn estaba profundamente dormido. Se desnudó con confianza y se acostó.

El pelinegro respiraba agitado, alarmando a su mentor.

—Shieda ¿Te sientes bien?—

Kayn se encontraba soñando, no despertó hasta el segundo estímulo que fue una caricia por parte del albino.

—¿Zed?—

—¿Todo bien?—

—Tuve una pesadilla, no es nada.— Dijo con una sonrisa forzada. —Me duele la cabeza además, pero no te preocupes.—

—Bien, descansa.— Dijo dándose la vuelta.

Kayn lo abrazó por detrás rodeando su torso con su brazos derecho.

—¿Puedo dormir así? Me hace sentir más seguro.— Dijo.

—¿Y quién te va a hacer daño?—

Kayn se aferró aún más escondiendo su cabeza en la espalda de este.

—Por favor...—

Zed se rindió ante la petición.

—Bien, descansa.—

—Buenas noches, Zed.—

En menor se durmió casi de inmediato sorprendiendo al albino. Por lo general a Zed no le costaba conciliar el sueño, mas sentir la suave respiración de Kayn en su cuerpo lo estremecía.

—Tan solo no debo pensar en nada.— Se decía a sí mismo.

Le era muy difícil controlar sus impulsos, mas lo consiguió pensando en el largo día que se venía mañana.

Zed debía reunirse temprano con uno de sus clientes. La orden estaba en una buena situación gracias a ciertos trabajos que hacía de vez en cuando. Era un asesino después de todo y a eso se dedicaría bajo la promesa de hacer todo por el bien de Jonia.

Se durmió en un par de minutos. Despertó más temprano de lo que tenía estimado, lo cual le dejó tiempo para despegarse lentamente de Kayn sin despertarlo.

La mañana estaba helada, como siempre, bebió solo un poco de té y se fue.

A mitad del camino se dio cuenta que olvidó dejarle una nota al pelinegro, sabía que cuando despertase lo buscaría por toda la orden sin éxito. Pero no había tiempo, Zed acostumbraba a llegar minutos antes de la hora acordada.

La reunión era a las afueras del pueblo más cercano, se recostó en uno de los árboles con los brazos cruzados mirando al cielo.

Un ruido lo alarmó por un segundo haciendo que casi sacará sus cuchillas, mas era solamente una ardilla peinando su pelaje desesperadamente. Al parecer tenía un poco de sabia en la cabeza.

—Me recuerda a Shieda.— Pensó.

Generalmente muchas cosas le recordaban a Kayn, incluso las más insignificantes. A pesar de que Zed era un asesino despiadado con humanos y vastayas, se negaba a matar o herir animales.

El pequeño roedor lo miró curioso, mas luego escapó cuando se dio cuenta de que alguien venía.

—Maestro Zed, siempre tan puntual.— Dijo el hombre estirando su brazo.

[Temporada 2] Odio lo que me haces hacer. ~ Zed x KaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora