El Vecino: capítulo 6

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En cuanto llegamos a casa me puse el pijama y me metí en la cama, y aunque me daba mucha rabia, no pude evitar que las lágrimas comenzasen a caerme a borbotones.

Me sobresalté al sentir un golpe en la puerta:

-¿Puedo pasar?

-No.

Me limpié la cara rápidamente como pude al notar que la puerta se abría y me giré hacia el otro lado, no quería que Fran me viese así.

-Os habéis marchado sin decir nada.

-Exactamente igual que has hecho tú un rato antes cuando has salido con tu amiga. Te he dicho que no entrases, quiero dormir.

-¿No vas ni a mirarme a la cara? No sé qué es lo que has pensado, pero te estás equivocando Elsa.

Me giré hacia él de nuevo.

-¿Lo que he pensado? No, no lo he pensado, lo he visto.

-¿Estás celosa porque me has visto hablando con ella?

Lo dijo con una media sonrisa en la cara y me enfureció tanto que me levanté de la cama.

Intenté no gritar, no estábamos solos, sus hermanas y su madre dormían en la planta baja.

-Mira, sé que estoy haciendo algo que te pedí que no hicieras conmigo y que nos costó un enfado, pero una cosa es que tú me montes una escena de celos por algo que yo no he hecho y otra muy distinta es que me niegues en la cara algo que he visto, no solo estabas hablando con ella. Me has asegurado un montón de veces que no te interesa, y lo siguiente que me encuentro es que desaparecéis juntos y más tarde os veo apartados en un rincón mientras tú la acaricias y ella te abraza. ¿Qué esperas? ¿Que me acerque y os felicite?

-¿Puedes tranquilizarte un momento y dejarme hablar, por favor? Ven, siéntate y escúchame.

Puso la mano en el borde de la cama, invitándome a sentarme a su lado.

Cedí porque no me quedaba más remedio, no podía irme de allí y sabía que él tampoco iba a marcharse hasta que no le dejase hablar.

-Ya has visto cómo ha estado conmigo toda la noche, no ha dejado de seguirme todo el rato intentando acercarse a mí, y también has visto cómo he intentado cortarla, no me interesa nada de lo que ella pueda decirme, te lo he dicho un montón de veces y te lo vuelvo a repetir. Cuando estábamos en la última peña estaba ya cansado de evitarla porque me estaba molestando a mí y porque sé que a ti también, así que he salido de allí con ella y le he contado todo.

-¿A qué te refieres con todo?

-A nosotros, le he dicho que estamos juntos, que me gustas y que no quiero saber nada más de ella. Le he contado que contigo tengo algo especial, y que nadie más lo sabe pero que me importas mucho y que no quiero que se meta en medio.

-¿Y lo que yo he visto...?

-Lo que tú has visto es que ella estaba llorando, y simplemente le he secado las lágrimas, le he dicho que no tenía que llorar, que la aprecio, que nos une una amistad de muchos años y hemos compartido muchas cosas, pero que aquello se había terminado hace tiempo, tenía que centrarse en rehacer su vida y dejarme ser feliz. Me ha prometido que así sería, se ha disculpado conmigo y me ha dado un abrazo. Fin de la historia. ¿Y ahora vas a contarme por qué estabas llorando cuando he entrado aquí?

-No estaba llorando...- lo dije tan bajito que casi ni yo podía escucharme.

Me sentía avergonzada, menudo numerito acababa de montar por algo que simplemente había malinterpretado, por malpensada y por desconfiada.

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