El Vecino: capítulo 2

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El lunes al mediodía, cuando se acercaba la hora de encontrarme con Fran de nuevo, empecé a ponerme un poco nerviosa, de alguna manera temía que algo hubiese cambiado, que él estuviese diferente, pero nada más lejos de la realidad, llegué a la parada de autobús y allí estaba, como siempre, sonriendo y repitiendo la misma frase que llevaba escuchando todos los días durante varios meses.

-Su taxi espera, señorita. ¿Qué quiere escuchar hoy?

Subí al coche, elegí una canción como hacía todos los días y el trayecto hasta casa fue de lo más normal.

Antes de llegar, quiso decirme algo:

-No sabía cómo ibas a reaccionar hoy al verme, la verdad es que estaba un poco preocupado, y pensé que lo mejor era seguir como siempre, siendo tú y yo, y actuar con normalidad. No quiero que nada de lo que pase o deje de pasar entre nosotros cambie eso.

Me sentí aliviada, y así se lo hice saber, aún sin haberlo hablado, los dos queríamos lo mismo.

Llegamos al ascensor y aunque esta vez no pasó nada, la conversación sí que fue diferente.

-Que todo siga igual entre nosotros no significa que nada pueda volver a pasar, no voy a contenerme más si un día me apetece besarte. Y no dejaré de esperar que vuelvas a llamar a mi puerta, ya sabes que estoy solo todos los fines de semana, puedes venir cuando quieras.

Le hubiese arrancado la ropa allí mismo en el ascensor, estaba claro que me atraía de una manera irracional, pero tenía que contenerme, no podía perder el control.

La semana pasó sin más, y aunque hubo momentos en los que deseé abalanzarme sobre él, conseguí frenar mis impulsos ¡y no era nada fácil!

El viernes quedé con mis amigas, tenía que seguir con mi vida y ya las había dejado tiradas el fin de semana anterior.

No quise contarles nada, prefería tener esto solo para mí, no había ataduras de ningún tipo, ni necesidad de explicárselo a nadie.

Hice planes de nuevo para el sábado, salí a cenar con ellas y después nos fuimos al bar de un amigo que celebraba una fiesta.

Me lo estaba pasando muy bien, pero en varios momentos de la noche no pude evitar pensar en Fran, fantaseando con lo que estaría pasando si en vez de estar en ese bar, estuviese en su casa y decidí enviarle un mensaje.

"Me pregunto si estaría pasándolo igual de bien ahora si me hubiese quedado contigo"

No esperaba respuesta, de hecho, pensé que lo leería por la mañana y me respondería con alguna broma sobre las horas a las que había escrito, pero no había pasado ni un minuto cuando recibí su respuesta.

"Aún estás a tiempo de averiguarlo, las cuatro de la mañana es buena hora para dejar una fiesta y los dos sabemos que nadie te espera en casa antes de las siete. Tienes algo más de dos horas y yo estoy despierto, puedo esperarte"

Tardé pocos minutos en despedirme de toda la gente de la fiesta, cogí un taxi y me fui a casa.

Le envié un mensaje al llegar al portal, no me parecía muy normal llamar a esas horas al timbre.

"¿Me abres?"

La puerta se abrió y cuando el ascensor llegó a su planta, Fran estaba allí esperándome, solo llevaba puesto el pantalón del pijama, y pensé que así era mejor, tardaría menos en quitarse la ropa.

Entré en su casa sin decir nada, no había necesidad, no estaba allí para hablar así que fui directa a su habitación, pero en mitad del pasillo me pidió que parase.

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