El lunes al mediodía me recogió como siempre y no me había dado tiempo ni a acomodarme en el asiento del coche cuando empezó a hablar.
-Quiero hablarte de ella.
-Fran, de verdad, no tienes que hacerlo. Si hasta ahora no lo has hecho alguna razón tendrás, y sinceramente, no sé si quiero saberlo.
-La única razón es que para mí ella no es importante y me fastidia que mi hermana ayer insinuara lo contrario. Nos conocemos desde pequeños, los padres de ella tienen una casa en el pueblo y siempre hemos formado parte del mismo grupo de amigos, conoce a toda mi familia, estamos en la misma peña... y sí, salimos juntos un tiempo, pero eso se terminó.
Fran me contó que cuando ella empezó a estudiar la carrera se vino a vivir a la ciudad y fue ahí cuando empezaron a acercarse más, durante unos años estuvieron saliendo, pero al final no funcionó.
Cuando ella terminó los estudios encontró trabajo en una buena empresa y empezó a relacionarse con gente que tenía un nivel de vida muy superior al suyo, se dejó cegar por una vida llena de lujos y caprichos, y su único objetivo era comprar un coche de alta gama, llevar un reloj de marca, asistir a todas las fiestas, comidas y cenas elegantes en restaurantes caros...
Fran la acompañó algunas veces, pero se sentía fuera de lugar, aquello no era para él, él llevaba una vida sencilla y mucho más tranquila.
Discutían mucho, ella le reprochaba que se conformase con lo mínimo, le decía que no tenía aspiraciones, pero no era cuestión de ser poco ambicioso, a Fran aquella vida no le hacía feliz, no podía dedicase exclusivamente a darle todo lo que quisiera solo para tenerla contenta, la relación que tenían no se trataba solo de ella y de sus necesidades, y es algo que ella nunca entendió, así que terminaron separándose.
Supo por su madre que unos meses después de aquello la empresa para la que ella trabajaba había tenido problemas y despidieron a media plantilla, se había quedado sin trabajo y sin vida lujosa y regresó al pueblo con sus padres.
Poco después llamó a Fran para hablar y quedaron en verse, pero le bastaron unos minutos de conversación para darse cuenta de que seguía siendo la misma, y perdió el poco interés que le quedaba.
-Ese día fue la primera vez que te llevé a casa- añadió.
Sonreí, pero no dije ni una sola palabra, en realidad no sabía qué decir y dejé que él continuase con la historia.
Después de esa llamada coincidieron alguna vez en el pueblo, pero siempre con más gente y no hablaban mucho.
Pasados unos meses, ella apareció en su casa una tarde, sus hermanas y su madre estaban allí y todo quedó en una visita formal, aunque le propuso quedar algún día solos.
-Me llamó un jueves diciéndome que pasaría el fin de semana aquí y quería verme. Y yo no creo mucho en las casualidades, pero al día siguiente tú y yo nos besamos y tuve claro que no quería verla más. Esa misma tarde la llamé, se lo dije y desde entonces no he vuelto a verla ni a hablar con ella. No sé cómo ni por qué, pero de alguna manera tú apareciste en mi camino cuando ella estaba cerca, no una vez, si no dos, y lo tomé como una señal.
Hubo un momento de silencio, faltaba poco para llegar a casa y él quería saber qué opinaba yo de todo aquello.
-¿No vas a decir nada?- preguntó.
-No lo sé, no sé qué esperas que diga... No tenías por qué contarme todo esto, pero me alegra que lo hayas hecho. Aunque antes dijiste que ella no es importante para ti y creo que en eso te equivocas, has compartido años de tu vida con ella, y eso no es algo que desaparece fácilmente, créeme, lo sé. Sigue formando parte de tu vida lo quieras o no, solo espero que no hayas interpretado mal esas señales de las que hablas, no quiero ser la única razón por la que has decidido dejar de verla, porque en cualquier momento podría suceder contrario.
ESTÁS LEYENDO
El Vecino
Novela JuvenilCualquier cosa que nos rodease desaparecía cuando compartíamos esos momentos. Sujetó mi cintura acercándome a él sin dejar de mirarme a los ojos, sonriendo. Me ponía muy nerviosa, pero él sabía perfectamente que aquel juego de lentitud y espera hací...