El Vecino: capítulo 13

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Después de contestar a su mensaje me preparé y me fui a trabajar, tenía turno hasta las cuatro y después unas horas libres para descansar, hasta las nueve que habíamos quedado para la cena.

A las cuatro en punto dejé todo cerrado y me marché rápido para no perder el autobús.

Me llevé la primera sorpresa del día, al encontrarme a Fran esperándome en la parada, se había bajado del coche y estaba allí apoyado, con los brazos cruzados y una sonrisa de oreja a oreja, salí corriendo hacia él y le abracé colgándome de su cuello.

-¿Pero qué haces aquí?- le dije sorprendida y feliz de verle.

-No podía esperar para verte ¡feliz cumpleaños!

Le besé tan fuerte que temí hacerle daño, pero me había hecho tanta ilusión verle allí que no podía contener la alegría.

-Estás encantada de cumplir años ¿verdad?- dijo riéndose.

-¡Sí! Me encantan los cumpleaños, para mí es un día muy especial y lo disfruto mucho, me gusta celebrarlo y divertirme y me encantan las sorpresas.

-Pues tengo un regalo para ti.

-¿Otro?

-Pero si todavía no te he dado nada.

-¿Cómo que no? El CD que grabaste con todas esas canciones, el mensaje de esta mañana, y ahora estás aquí, eso es lo que me hace feliz, para mí esos son los regalos que importan.

-Bueno, pues siento decirte que esto es algo más material, pero si te consuela, también lo elegí pensando en ti.

Me cogió de la mano y fuimos a la parte lateral del coche, y cuando abrió la puerta vi una cesta enorme que ocupaba la mitad del asiento trasero.

Tenía un lazo verde en el centro, y estaba llena de tabletas de chocolate de distintas formas y tamaños y con un montón de variedad de sabores, había varias bolsas de chocolatinas diferentes, dos cajas de bombones, también un par de botes de sirope para tortitas y un libro de recetas para preparar postres con chocolate.

-¡Me encanta! ¡Muchísimas gracias! Pero ¿te has vuelto loco? ¡Aquí hay chocolate como para los próximos cinco años!

-Bueno, es que no sabía por qué decidirme y cogí todo lo que había en la tienda con chocolate negro. La chica que me atendió pensaba que era para un sorteo.

Reí a carcajadas.

-¡No me extraña! Mi cesta de navidad es más pequeña que esto. Es una locura, pero me encanta Fran, de verdad, y sé que la has elegido pensando en mí, hasta el lazo es de mi color favorito.

Al tocarlo, vi que en el lazo había un sobre atado, me metí en el coche y me senté junto a la cesta para poder cogerlo.

Fran se quedó fuera arrodillado junto a la puerta, le miré pidiendo permiso para abrir el sobre.

-Ábrelo.

Dentro había una tarjeta blanca, y en la portada estaba impreso en letras verdes:

TE PRE-QUIERO

Al abrirla, sobre ese fondo blanco dos palabras más, esta vez en color azul:

SIN PREFIJOS

Me quedé unos segundos concentrada en esas palabras, le miré a los ojos y las repetí, asintiendo:

-Sin prefijos.

Coloqué mis manos en su cara atrayéndole hacia mí y le besé y mientras lo hacía, de manera involuntaria, brotaron de mis ojos varias lágrimas y una de ellas cayó en su mano.

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