Capítulo 10: Cicatrices mal selladas

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Los caballos galopaban lentamente por la carretera, y eso ponía muy nervioso a Grantaire, que no podía dejar de rascarse a cabeza por la parte de la nuca. Iba pensando en lo que pasaría cuando viese a Enjolras. ¿Hablarían?¿Se abrazarían?¿Se preocuparían el uno por el otro?¿O simplemente continuarían con la relación de odio de siempre? Decidió no pensar mucho en ello para no hacerse ilusiones, como había hecho ya antes, pero era complicado pasar del tema cuando bajaba la mirada todo el rato y se encontraba con el anillo que el rubio le había regalado poco antes de le cogiera la policía.

Como por arte de magia, su mente le hizo recordar, aquel loco día en solo un segundo, y por un acto espontáneo, giró la cabeza para buscar a Courfeyrac, quien iba pensativo e intentando mirar por el teñido cristal de la ventana. Cuando notó que le observaban, también se giró, y nada más ver a un Grantaire preocupado por él, se removió en su sitio y le dirigió una de sus típicas sonrisas simpáticas en las que se podía apreciar el pequeño hueco que tenía entre sus dos dientes delanteros.

—¿Qué la vas a decir a Margot cuando la veas? —preguntó de repente el pintor.

—No sé, ¿hola? —respondió el otro, un tanto confuso.

—No me refiero a eso —explicó—. Quiero decir, después de haberla besado y todo... ¿Qué la vas a decir?¿Me tendré que comprar un traje para la boda?

—Ah, eso... —suspiró y se rascó la frente—. Alguna... ¿alguna vez has estado enamorado, Grantaire?

—Una vez.

—Y... ¿qué hiciste al respecto?

—Nada. La relación era imposible, de todas formas —volvió a mirar al anillo, pero levantó en seguida la vista, pues temía que el abogado reconociese de quien era y sacara sus propias conclusiones de ello.

—Ya veo... —volvió a callar y a mirar por la ventana, pero el pintor le dio un pequeño golpe con la rodilla para volver a llamar su atención.

—Pero responde a mi pregunta —replicó con una sonrisa triste.

—Lo tengo que pensar, supongo que aún queda un rato para llegar, así que podré...

El cochero gritó a los caballos para que parasen, y obedeciendo la orden, el carruaje se detuvo en un santiamén. Grantaire creyó que su amigo estaría agitado o inquieto cuanto menos por no haber podido casi pensar, tal como estaba él, pero no, estaba incluso más tranquilo que de costumbre.

La puerta se abrió y se encontraron con la ama de llaves de Margot, a la que nunca habían preguntado el nombre, que ayudó a los tres chicos a bajar y desapareció segundos más tarde. Con lo primero que se encontraron al salir fue con un camino de piedras bastante largo que estaba rodeado de flores, arbustos y árboles, perfectamente cuidados. La casa, o mejor dicho, mansión, era inmensa, con dos plantas, balcones en casi todas las habitaciones y ventanales gigantescos. La fachada parecía estar recién pintada, y unas enredaderas crecían por los laterales de la pared haciéndola más fantástica. No pudieron reprimir una pequeña sorpresa al ver un grupo criados entrando y saliendo de la casa con toallas, vendas, ropas y material de enfermería; eso era una señal de que los demás ya habían llegado y estaban curando sus heridas.

Marius tomó a Grantaire del brazo para ayudarle a andar, y cuando ya iban por la mitad del camino, se dieron cuenta de que el abogado no estaba con ellos. Se giraron y le vieron agachado en el borde del camino, donde había una zona llena de claveles rojos. Metió la mano entre todos ellos y arrancó con delicadeza un clavel rosa, que no destacaba mucho sobre los demás, a pesar de ser la única con el color distinto. Se levantó y continuó caminando con la flor en la mano, ignorando completamente a sus dos amigos, que los dejó atrás con la palabra en la boca. El pintor sonrió internamente al ver a su amigo caminar decisivo hacia la puerta mientras esta misma se abría, dejando pasar a Margot con un aspecto que no habían visto nunca. Llevaba el pelo completamente suelto, un poco por encima de la cadera, y llevaba un vestido de trabajo parecido al de las criadas. Al ver a Courfeyrac, una sonrisa iluminó por completo su rostro.

Drink with me {Enjoltaire}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora