Capítulo 4 - ¿Abigail?

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- ¿¡Qué?! -dijo Caroline al escuchar lo que dictaminaba la autopsia-. ¿Envenenamiento?, ¿pero qué..?
- Sí, usaron un veneno que se disuelve en agua y no se ve a simple vista.
- Es absurdo, ¿quién querría matar a mi padre? -dijo Caroline-. Si era un buen hombre -estalló en llantos-.
- Lo siento, pero lo ha dictaminado la autopsia -dijo, con la mirada clavada en Caroline-. Tenemos que informar a la policía.
- De acuerdo -dijo Caroline, mientras se secaba unas cuantas lágrimas-. Ya se lo han contado a mi madre, ¿verdad?
- Sí, tranquila -dijo el médico-.
Caroline fue a la planta baja con su madre, quien estaba esperándola. Le dio la mano y se marcharon a casa.
Evelyn cambió las sábanas de la cama de su dormitorio, y también el colchón; Caroline le ayudó.
- ¿Qué es esto? -dijo Evelyn al ver montones de papeles escondidos debajo del colchón-.
- Yo que sé, mamá, serán tonterías, mañana lo miramos si quieres -dijo tras darle un beso en la mejilla-.
- Está bien, voy a recoger esto -contestó Evelyn mientras cogía los papeles y los ponía en el escritorio-. Coloquemos el colchón.
Una vez haber colocado el colchón nuevo, madre e hija se dispusieron a dormir juntas, sería una manera más fácil de conciliar el sueño, aunque las dos sabrían que no dormirían.
Al día siguiente, Evelyn fue la primera en despertarse. Bajó a la cocina e hizo el desayuno. Diez minutos más tarde Caroline bajó también a desayunar.
- Buenos días, cariño -dijo Evelyn-.
- Hola, mamá. -contestó Caroline mientras se sentaba para desayunar-.
Desayunaron mientras hablaban de lo sucedido. No se lo creían. Tenían miedo de la verdad. ¿Quién querría quitar a su padre la vida? Y lo más extraño, ¿por qué? Fred llevaba una vida normal, al menos antes de la enfermedad.
- Pero, es que, es que... No lo entiendo, mamá. -suspiró Caroline-.
- Ni yo, hija, ni yo. -contestó Evelyn-.
- Aquí no estuvo nadie excepto... ¡La enfermera! -exclamó Caroline-.
- ¿Qué? No, no es imposible. -negó Evelyn-.
- ¿Por qué no la llamamos? -preguntó Caroline-.
- Prueba. -dijo su madre-.
Caroline cogió el teléfono y la agenda telefónica y marcó el número.
- ¿Sí? -dijo una voz-.
- Hola, ¿hablo con Abigail? -preguntó Caroline-.
- No, soy su madre... Abigail murió hace 1 semana... -dijo, casi llorando-.
- ¿Qué? Oh, vaya, lo siento mucho... -dijo Caroline-.
- Gracias. Si usted era alguno de sus clientes, siento no haber avisado antes, pero como me dijeron que iba ir otra persona nueva... -dijo-.
- ¿Tiene usted el nombre de esa persona? -preguntó Caroline-.
- No, lo siento mucho, no sé nada, solo tengo el número con el que me avisaron, es este: 623... ... ...
- Vale, de acuerdo, muchas gracias, y siento su pérdida -dijo Caroline y colgó-.

- ¿Pasa algo? -preguntó Evelyn-.
- Tengo un número. -contestó Caroline-.

CarolineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora