17. Amor en el aire

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Parte Tres: Declaramos lo que sentimos y apuntamos las armas hacía el frente

La alarma con forma de gato negro se escuchó con gran fuerza en mis oídos.

—AH... no quiero levantarme... —suspiré.

—¡Hermano! ¡Tienes que hacerme el desayuno! —exclamó Brittany agitando mi cuerpo mientras restregaba mi alarma contra mi rostro.

—Brittany... detente... —fue lo único que dije.

—Leeeevaaaantaaateeeee —gritó mi hermana agarrándome con todas sus fuerzas y en el proceso dejándome caer en el frío suelo.

—Agh... —me levanté totalmente desorientado, asegurándome de no perder de vista a Brittany para saber a quién debo atacar cuando me pueda levantar.

—Tengo hambreeeee —exclamó ella.

«Esas excusas mundanas no servirán ahora que interrumpiste mi sueño».

Me levanté con la única esperanza de poder regañar a mi hermana hasta que logré ver su expresión, parecía asustada, cansada y claramente hambrienta como ella decía.

—¿Qué... sucede Brittany? —pregunté sin saber cómo poder hacerle frente a esa carita de desesperación y tristeza.

—Me quedé despierta porque vi una película de terror... y tengo miedo... —dijo ella.

Mi hermana Brittany como quizás cualquiera podría notarlo a simple vista, tiene una imaginación muy grande, cosa que suele causarme muchos problemas a mi y mis padres.

—Está bien... te haré el desayuno pero no tienes porque asustarte, no hay nada de lo que debas de...

—El señor abrazos dice que si no tengo miedo nunca, jamás podré distinguir si estoy en un verdadero riesgo —dijo ella totalmente segura de sus palabras.

«Que lo diga el oso de peluche que volvió de entre los muertos es lo que en verdad da miedo...»

—Ah... solo déjame levantarme bien y alistarme —dije.

—Noooo ¡no cambié la alarma por nada! —refutó Brittany.

—Espera ¿Qué acabas de decir? —pregunté.

—¡¿Eh?! ¿Dije algo? —preguntó mi hermana intentando hacerse la inocente.

Me moví rápido para tomar el despertador que tenía en sus manos y al ver la hora entendí porque sentía que aún no había descansado tan bien.

Son las 3 de la mañana...

—¿Qué haces despierta a esta hora? —pregunté con seriedad.

«Acabo de sonar como mamá...»

—¡Tengo hambreeee! —exclamó ella entristecida.

«Agh... definitivamente voy a arrepentirme de esto».

Después de prepararle una especie de refrigerio nocturno a Brittany y esperar dos horas a poder tomar una ducha, prepararme y luego ir a clases, me encontré con la sorpresa en el camino de ver a Henrrieta una vez más practicando su voz para el club de teatro.

—Rurales son los rulos que reglan las rarezas del reloj, reloj rural que rula las reglas de lo raro —decía ella mientras leía un papel en su mano.

«¿Qué clase de trabalenguas es ese?»

—Hey Henry —la salude.

—¿Ah? Oh, eres tu Evans —dijo Henrrieta volteando a verme.

La metáfora del círculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora