4 horas para el caos
Habíamos pasado por diferentes juegos sencillos de la feria, conseguimos algunos premios pequeños en el trayecto como un estuche para lapices o algún llavero con forma de animal, y para suerte nuestra tampoco nos topamos con algún otro puesto que estuviera tan trucado como el juego de disparos, cosa que hizo que el grupo se relajara bastante.
—¿Qué les parece si ahora vamos por los juegos mecánicos? —preguntó Matthew en cierto punto.
«Es cierto, llevamos como una hora aqui y no hemos ido a ninguno de los juegos principales».
A través del tiempo que estuvimos viendo los otros juegos, Kevin comenzó a disfrutar de nuevo de la feria, su actitud seria de antes se había ido por completo.
—Claro, por que no —dijo Kevin.
Matthew sonrió con picardía.
«Oh no, planea algo».
—¿Qué dicen de ir al túnel del amor? —preguntó Matthew.
Todos se quedaron en silencio tras oir eso.
Pasaron unos segundos y...
—¡Pido ir con mi príncipe!
—¡¿Pero que dices?! ¡De ninguna forma iré contigo!
—¿E-e-e-estará bien si voy con Nathan?
—Hmmm me pregunto como es el tunel del amor...
—Ugh... no pudo ir con nadie...
Todos ellos parecian completamente perdidos en el tema... y la verdad no los culpo
—El tunel del amor eh... —Hanna se dijo a si misma mientras parecia perder su mirada en alguna parte.
«Debe estar pensando en Adam...»
—Oye Hanna...
—¡Muy bien! ¿Que les parece si hacemos una lotería? Somos cuatro chicos y cuatro chicas, creo que podemos dejar parejas de manera aleatoria —Matthew sugirió esto, sabiendo que las cosas podrían ir bastante mal si las dejaba ir por su cuenta.
—¡Yo quiero ir con mi principe! —exigió Henrrieta
—¡Conformate! —respondió Matthew.
Y asi, hicimos una lotería básica con papeles numerados del uno al cuatro.
«Soy numero 3» pensé mientras veía mi papel.
—¡Muy bien! Los número uno... ¿quienes son? —preguntó Matthew.
—Ehh... parece que yo soy numero uno —dijo Samantha.
—¡Pero que coincidencia! —exclamó Matthew.
—Eh... —Samantha no encontraba nada que responderle a Matthew.
—Que decepción —Samantha soltó esas palabras mientras apartaba la mirada con una expresión de parecer algo molesta.
«¡¿Pero que clase de reacción es esa?!»
—Entonces supongo que soy un numero dos —anunció Kevin sin importarle mucho la verdad.
—Ah... parece que vamos juntos —respondió Hanna.
—¿¡Qué?! —exclamó Henrrieta claramente molesta.
—Oye Henry, guarda silencio por favor —dijo Matthew.
—Ugh...
—Ahora los numero tres —dijo Matthew.
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La metáfora del círculo
Roman pour AdolescentsLa vida da muchas vueltas y giros inesperados que pueden hacer que a uno le den náuseas de tanto rodar, se hace de la vista gorda y luego finge que nada ocurrió en realidad. Este era el caso de Ethan Evans de diecisiete años de edad que se había pas...