SEIS

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El lunes en la escuela era el peor día, porque era el momento de ver a la cara a todos los que participaron en la fiesta, escuchar los rumores de quien se enredó con quién, quién hizo el ridículo y quien no volverá a ser invitado

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El lunes en la escuela era el peor día, porque era el momento de ver a la cara a todos los que participaron en la fiesta, escuchar los rumores de quien se enredó con quién, quién hizo el ridículo y quien no volverá a ser invitado.

Por lo regular yo nunca tenía miedo a un lunes después de una fiesta, si los chismes eran de Braden Collins y su pandilla, se quedaban enterrados en la fiesta, era como si todo el mundo borrara esos recuerdos de sus memorias. Pero este lunes no tenía un buen presentimiento.

En lo que quedaba del fin de semana no salí de mi casa, le juré por el cielo que estaba enferma a JJ, cosa que no creyó. Secretamente estaba feliz de que él se había quedado en casa también, con la excusa de que no tenía nada importante qué hacer.

Al fin de cuenta decidí contarle lo de Lucy, solo que no le mencioné quién era el chico. Lo último que quería para mi hermano era un enfrentamiento con su mejor amigo. Me tomé el tiempo para pensar en algo para vengarme, pero no se me ocurría nada bueno, opté por volverla paranoica.

Ella era mi tercera preocupación, la segunda era Ryan. No había sabido nada de él, lo que era extraño y me hacía estar alerta. Si por algo eran conocidos estos chicos, era por ser rencorosos. La piel se me crispaba al recordar que lo humillé, cómo él reaccionó, y como todo empeoró cuando el caballero de brillante armadura fue a mi rescate. Me reí.

Lo que me llevaba a la siguiente y número uno en la lista de preocupaciones. La madrugada de la fiesta abrí los ojos, tenía un terrible dolor de cabeza, y apestaba a alcohol. Lo que me dejó traumada fue el haber despertado acurrucada en el asiento del auto del ñoño, abrigada con su camisa.

No recordaba nada concreto en ese momento, mi mente solo hacia flashback con algunos episodios. Yo pegándole a Lucy, la disputa con Ryan, llevando al ñoño al club, y luego todo estaba más confuso.

Recuerdo haber estado en la playa con él, y haber llorado, mierda llorado frente a alguien, pero no recordaba en absoluto lo que hablamos. Solo esperaba no haber estado tan borracha como para hablarle de los demonios del pasado que me atormentaban.

Mis pasos sonaban en la tranquilidad del pasillo de la escuela, había perdido la primera hora e iba tarde a la segunda. Abrí la puerta del aula con ruido que pude haber evitado, gané la mirada de todos. El maestro de matemáticas resopló y me miró con dureza.

—Si quiere me voy—dije señalando la puerta.

—Eso sería una recompensa para usted—entré perezosamente y cerré la puerta— Quítese los lentes de sol que esto no es un show, y también las prendas extras.

—¿Quiere que me quite algo más?—Mi voz goteaba cinismo. Algunos en el salón rieron disimuladamente.

Caminé directo a mi lugar, enganchando los lentes de sol en el escote de mi blusa. En medio de la fila de atrás, a mi derecha se sentaba Lucy y a mi izquierda Roxana, una chica que era muy callada. Pero Lucy no estaba. Me quedé quieta uno segundos cuando vi una rosa en la parrilla que estaba debajo del pupitre y una nota.

Romeo, no soy tu JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora