DOCE

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—¿No vas a reírte por lo de la cucaracha?—pregunté. Sam miraba por el espejo retrovisor.

—No es gracioso.

—Sí lo es—le rebatí—, una chica como yo, temerle a algo tan insignificante...

—¿Una chica como tú? ¿Eres de otro planeta?

Rodé los ojos.

—Braden, el cinturón—dijo.

Noté algo en lo que me había detenido antes, conduciendo se ponía más serio de la cuenta. Su vista no se apartaba del camino, espalda recta y brazos tensos.

—¿Por qué conduces como abuelo?

—Está lloviendo y las calles son peligrosas—contestó.

Dejamos el lugar a eso de la cinco de la tarde, el día había terminado de hacerse mierda. Me recosté del asiento y miré como caía la lluvia, parecía como si fuera de noche. El tener el cabello mojado y ropa no muy cubierta no me ayudaba con el frío que estaba haciendo.

—Súbela—dije cuando en la estación radial pusieron Counting stars.

Fue la última palabra que se escuchó durante el viaje, Sam no habló y yo no lo hice tampoco. No era un silencio incómodo, pero me empezaba a inquietar su máxima concentración.

I feel something so right, but doing the wrong thing, I feel something so wrong But doing the right thing I could lie, could lie, could lie... —canté y empecé a mover mis dedos al ritmo de la música—everything that kills me makes me feel alive.

Sam empezó a reír y yo seguí cantando cuando vi sus hoyuelos aparecer.

—Bien, ya volvió el ñoño—dije—¿Por qué te pones tan tenso al conducir?

—No es nada.

Entró a una gasolinera que estaba desierta, cuando aparcó, nos desmontamos. Él empezó a llenar el tanque y yo caminé para entrar en calor. La cafetería estaba cerrada para comprar cigarrillos. Un auto se aparcó con una música demasiada fuerte. Salieron dos tipos que parecían simios y fumando, el olor a sustancia que salía era asqueroso. De inmediato me parecieron conocidos.

«Mierda»

Eran enemigos de JJ. Me giré para que no me reconocieran, dejé soltar el aire que estaba acumulando. Crucé los brazos en mi regazo y caminé para alejarme de ellos.

Los tipos resultaron más ágiles que Sam porque acabaron de llenar su tanque primero.

—Vamos Braden.

Mi nombre fue lo que detonó la bomba, los tipos me miraron y ya no había donde ocultarse. Con las manos vueltas puños me giré para enfrentarlos.

Romeo, no soy tu JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora