Si quieres leer la historia de una chica tierna y encantadora que se enamora del chico malo y descubre que es capaz de hacer cualquier cosa...
ESTA NO ES TU HISTORIA.
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—¿Botas altas o bajas? ¿Cabello suelto o coleta?—le sonreí—Eres de gran ayuda Theodore.
El gato tonto se lamió, luego saltó de la silla y salió de la habitación.
Cuando estuve vestida me miré en el espejo. Elegí un corcel que dejaba al descubierto mis dos tatuajes. Mis labios pintados color cereza y el cabello suelto. Bajé las escaleras dando saltitos, y me coloqué al lado de JJ que estaba arreglando su cabello frente al espejo. Lo empujé para colocarme frente al espejo, el me empujó de regreso.
—Me gustaría saber cuáles son tus planes esta noche—dijo con un tono de advertencia.
—Saldré con los engendros del infierno.
—No saldrás con nosotros y no nos digas ese nombre de mierda—se miró nuevamente en el espejo, haciendo caras raras, enarcando las cejas y mirándose desde diferentes ángulos.
—Escuché hablar que hay un sitio donde hacen apuestas ilegales—fingí estar muy concentrada mirando mis uñas mordidas y feas pero bien pintadas—, sería una lástima de que la policía se entere.
—Hey hermanita, tengo un casco extra si quieres irte conmigo.
—Ya que insistes, te acompañaré.
JJ me miraba con poco entusiasmo mientras yo sonreía.
Minutos después nos montamos en su moto y recorrimos a toda velocidad las hermosas calles de St. Paul, era una ciudad tranquila para aquellos que trabajaban y regresaban con sus familias, pero aquellos que andábamos más allá de las calles iluminadas sabíamos que nada era lo que parecía.
Fiestas, desastres, apuestas ilegales, crímenes, era lo que se encontraba en las partes más ocultas. Pero como decía un adagio, lo que no se veía no hacía daño.
El clima de mi país era más bipolar que yo con el periodo, un rato era caluroso y al otro podría estar cayendo un torrente de agua, nunca se sabía. Hoy la noche estaba totalmente despejada y hacía un calor inmenso, había escogido bien mi ropa.
Nos reunimos en el lago. Como estábamos apartados de la ciudad, estábamos solo iluminados por la luz de la luna y una enorme fogata.
Poco a poco se fueron formando los grupos y empezaron a disfrutar de la noche. Un chico de baja estatura me ofreció una lata de cerveza, la tomé y enseguida me cambié de lugar. No estaba interesada en hablar con idiotas.
Zack llegó en su auto, desmontó una caja de cervezas y cuando cruzó por mi lado me dio un beso en la mejilla. Lo miré desconcertada y él sonrió. Cuando siguió caminando hacia JJ, lo seguí.
—¿Qué fue eso?
—Aquí está lo prometido—le dijo a JJ, ignorándome.
—¿Te las robaste?—JJ tomó la caja y la puso junto a las otras que habían traído.