TRECE

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Levanté la cabeza de la mesa para encontrar a Samuel, lucía feliz, todo lo contrario a mí en ese momento.

—Ni tan buenos—señalé lo que estaba en la bandeja—, es lo que tenían en la cafetería.

Hizo una cara rara por un momento fugaz pero volvió a sonreír. Ofrecí a comprarle el almuerzo a cambio de explicarme de que iba la trama de Harry Potter, hoy no quería tenerle cerca.

—Está bien, gracias. —Samuel se sentó junto a mí—¿Pasa algo? No luces feliz.

—No luzco feliz, vaya que novedad—dije con ironía.

—Por lo regular luces malhumorada, fastidiada, enojada pero hoy solo te ves... triste.

—Samuel, deja de ser tan observador, me siento acosada.

—Eres un encanto Braden—se burló. —¿Por qué comes tan poco?

Estaba mirando mi plato que solo tenía un sándwich a medio comer. Me encogí de hombros.

—Pierdes mucha energía, estudias y trabajas.

—Como bien.

—No lo haces, mira tus uñas. Están traslúcidas y están marcadas con esa pequeña rayita blanca que indica la falta de hierro.

Miré mis uñas y tenía razón pero decidí desviarme en otra perspectiva.

—Lo sé, debo hacerme la manicura.

Vimos a Zack acercarse a nosotros pero una chica llamó su atención, él le dedicó un guiño y ella se alejó flotando. La vimos llegar a un grupo de chicas que de inmediato se voltearon dándole a Zack miradas soñadoras.

— Alguien tiene que decirles que estás lejos de ser un dios griego—le dije a Zack.

Zack sonrió con su sonrisa de soy-lindo-y-lo-sé.

—Quizás lo sea—contestó.

—Créeme que un dios griego no tiene tantas flatulencias como tú.

—Solo estás celosa porque te dejé en la Friendzone Braden—Zack me hizo un guiño.

—Nunca estaré en el club de las locas por Zack.

—De hecho, el club se llama "Las nenas de Zack " ―miró a Samuel―, ¿Eres amigo de Braden?

Samuel y yo nos miramos.

―Zack...―dije en advertencia.—¿Cómo te fue en el examen?

—Mal, los maestros nunca ponen en el examen lo que uno sabe.

—¿Y qué sabes? —preguntó Samuel con humor.

—Sé todo sobre las mujeres—me señaló—Puedo darte consejos sobre Braden.

Cuando estuve a punto de decirle algo mordaz, vi a Samuel ponerse rojo. Fingió estar limpiando sus lentes.

—Ya comienza mi otra clase. —Samuel se puso de pie.

Moví mi mano en forma de despedida y luego miré a Zack.

—Eres del asco.

—¡Qué bueno que los encuentro juntos!

Al escuchar la voz de Lucy, el humor de Zack cambió.

—¿Seguirán actuando como si no existiera? —preguntó ella —¿Ni siquiera escucharan mis explicaciones?

—Vámonos Braden—dijo Zack.

Me puse de pie para seguirlo cuando Lucy me tomó por el brazo y me detuvo.

—Tú tienes que escucharme.

—Vete al infierno Lucy.

—Ryan no es lo que crees—dijo de forma apresurada—, eres más que un simple capricho para él. Hay muchos secretos a tu alrededor y creo que es hora de que los descubras.

—¿Y cómo sabes todo sobre mí? ¿Eres mi hada madrina? ―me libré de su agarre.

—No me creas, pero te lo advertí, Ryan tiene que ver más en tu vida de lo que crees. Pregúntale por Helena, investiga quien es ella.

Después de terminar mis horas de trabajo me dirigí a casa. JJ estaba con unos amigos, la casa olía a comida chatarra y cigarros. Ni siquiera notó mi llegada, o simplemente me ignoró.

Entré a la cocina y tuve el impulso de devolverme cuando vi a Ryan.

—Dios... —exclamé sin pensar.

—Dios no, yo soy Ryan. —Levantó la mano cuando estuve a punto de irme―No me mires de esa manera que solo se me ocurre besarte.

—Déjame en paz.

—Nunca sucedió nada con Lucy, lo ju...

—Si sentía algo por ti, murió ese día.

—¿Tan rápido Braden? —se acercó a mí.

Retrocedí. Recordé las palabras de Lucy, y me debatía entre caer en su juego o dejarlo pasar.

—¿Quién es Helena? —pregunté sin escuchar a mi parte racional.

Su mano se fue a la cadena que colgaba de su cuello y su cara se transformó en algo sombrío. La puerta se abrió de golpe, JJ me miró y luego a Ryan.

—Te estás perdiendo la mejor parte del juego—dijo mi hermano, pero se ocultaba una amenaza en el tono de su voz.

Ryan salió de la cocina sin volver a mirarme. Mi hermano y yo nos quedamos inmóviles por un instante, ninguno de los dos rompió el hielo. Mi hermano también se fue. 

 

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Romeo, no soy tu JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora