(Capitulo 3)Beta

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#2 meses después#

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Ya ha pasado un tiempo desde que conocí a mi nueva y pequeña hermanita, al menos así la veo yo, actualmente ya parezco un niño de 12 años mientras mi hermanita parece de 2, al parecer su crecimiento también es acelerado como el mío.

Durante este tiempo pase cada momento que pude con ella, seguía con mi rutina de pruebas y llegaba a observar como los días de inyecciones pasaban también para ella, por suerte no le dieron los mismos tratos que a mi, solo inyecciones constantes para observar sus cambios.

Cada vez que terminaban ella lagrimeaba un poco para luego solo ser dejada en el mismo lugar o en el suelo por muchos hombres con bata, aunque si que había algunos que preferían entregarla directamente a mis manos, esos quienes a pensar de no conocer sus rostros asociaba a los regalos realmente me hacían sentir que no todos eran tan malos como pensaba.

Por ahora todo bien en lo que cabe, al menos hasta ese día donde las cosas volvieron a ser lo que tanto temía.

Un día donde simplemente pasaba el rato con Beta ellos aparecieron ante mi y sin más me colocaron un extraño collar de acero en el cuello, según entendí era para mantenerme controlado, cada orden que me dieran debía seguirla al pie de la letra, en caso contrario sentiría una gran dolor, al comienzo creí que no sería nada fuerte con mi resistencia actual pero valla que me equivocaba, pasando de un simple dolor esto trascendió a más, algo más allá de lo que podía sentir al menos fuera de mi, algo en mi mente que me generaba dolor, como si experimentará la peor migraña que se podría sentir en toda una vida. Un dolor que nisiquiera me dejaba pensar en cómo soportarlo.

Debía hacer lo que me ordenaran para evitar ese dolor, recibí algunas ordenes simples al menos hasta la primera que me hicierom querer resistirme con todo mi ser.

La orden era.....que no podía interferir en el "tratamiento" de Beta, creí que seria fácil pero no lo fue....Al ver lo que le hacían mi cuerpo reaccionaba pero el collar simplemente me frenaba, el dolor era tal que quedaba paralizado en el suelo sin poder hacer nada.

Cada mañana, tarde y noche recibía dolorosas inyecciones por todo su cuerpo, ella solo lloraba y gritaba de dolor al ver manchas negras aparecer y desaparecer por su piel.

Las inyecciones esta vez parecían diferentes, para que ella gritara de esa manera debían causar un dolor que no podía imaginar y solo era el comienzo.

Pasaron algunos días donde recibía solo aquellas inyecciones, al terminar y serme entregada ella se aferraba a mi temblando de miedo.

Luego de pasar cierto tiempo las inyecciones pararon y dieron paso a una prueba más en donde ella era encerrada en una cápsula de metal de apenas un metro de diámetro, estaba clavada al suelo y solo podía abrirse por una llave que poseía el hombre de la bata.

Al verla no sabia que ocurriría, debía entregarla pero no quería hacerlo, el collar se activo y finamente fue separada de mis brazos, ella comenzó a llorar como nunca antes, verla así me género un dolor diferente al del collar, diferente al de los experimentos, un dolor que me afectaba aun mas profundo en mi interior.

A través de un grueso cristal negro pude observar el interior luego de que fuera encerrada en la esfera.

Era completamente oscuro, si bien la veía llorar no escuchaba su voz, parecía aprueba de sonido, ella al comienzo llorar pero al momento de cerrar la esfera esos llantos se convirtieron en lo que parecían gritos de dolor.

Omega ProyectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora