Madrugada: Mansión Guerrico
-Blas...-
-Mmm- se removió el mayor en el colchón
-Bonito-
-¿Qué pasa amor ?
- Tengo frío-
- Vení que te abrazo más- dijo el bartender pegándolo a su cuerpo
- Me encanta que me abraces pero en serio...vamos a mi cuarto mejor.-
-O vamos a casa-
-Mmm no - casi ronroneó el menor frotando su nariz en el cuello de su novio- quedemonos un poquito más-
-Caprichoso que sos. Bueno agarra el celu y vamos-
Ya con las velas apagadas y usando solo sus boxers , Blas y Junior iluminaron con sus celulares su camino hasta llegar al cuarto del más chico.
El menor buscó ropa en el cajón de los pijamas y así logró que se vistieran ambos.
-Ahora vengo voy al baño-
- Bueno no tardes- pidió el menor
Junior se acomodó entre las sábanas observando la lluvia golpear sobre la ventana.
-Te falta mucho Blas?- preguntó luego de que un trueno iluminara la habitación por un momento
-Me estoy lavando las manos- gritó el bartender
- Ah ok-
-¿Que pasa querés ir vos?- preguntó el mayor saliendo del cuarto de baño
-No vení, vení conmigo - pidió el menor abriendo las mantas
Blas se metió en la cama y los tapó a ambos - ¿Qué pasa esta mimoso mi bebé ?-
-Un poquito - contestó el menor
- A ver vení- dijo el bartender bajando sus manos a la cintura de Junior para atraerlo hacia él y luego abrazarlo.
El menor se fundió en el calor que emanaba Blas y se dejó abrazar en medio de la oscuridad.
El bartender liberó una mano y delicadamente acarició el rostro del contrario, hasta encontrarse con sus labios y pasar sus dedos por allí.
Con los ojos cerrados fue acercándose y comenzó a besarlo lentamente.
A Junior lo invadió la calma que le hacían sentir los dulces besos de Blas. Sus suaves labios acariciaban los suyos , en una pequeña e íntima demostración de amor que lo fascinaba.-Mmm que lindo beso - susurró el menor frotando sus narices
-Y tengo muchos más pero ahora vamos a dormir - habló bajito el bartender
- Dale...te amo sabés?- preguntó el menor acomodándose en su pecho
-Yo más amor - respondió el mayor acariciándole la espalda hasta quedarse dormido.
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A la mañana siguiente Mansión Guerrico
-Jaja salí tonto - se deshacía el menor a carcajadas mientras su novio le propiciaba pequeños besos y algunas mordidas chiquitas sobre su cuello.
El bartender había despertado cariñoso y tenía al menor atrapado entre el colchón y su cuerpo.
-Hay que desayunar- le volvía a reprochar el más chico entre risas sintiendo como el vello sin afeitar del bartender le hacía cosquillas en el cuello.
-Yo estoy desayunando cuellito de bebé- susurraba el mayor sobre su piel
-Sos un gil - dijo tomándolo del rostro para besarlo -dale vamos a desayunar - susurró formando una trompita con sus labios