3. El primer beso.

589 47 17
                                    

"Creo que es un milagro que dos personas se gusten al mismo tiempo. Un día, voy a tener ese milagro también."

Podía sentir a través de todo mi cuerpo como se congelaban mis pies, y no era para menos, estábamos en temporada de invierno y mis pies estaban descubiertos. Pero, no podía dormir sin que mis pies estuvieran al aire ni mucho menos con calcetines. Abrí los ojos y los froté con suavidad. Observé por la pequeña ventana de mi casa y como la nieve caía lentamente enamorandome más de su color. A tientas busqué el aparato debajo de la almohada. Al encontrarlo, abrí éste y fui directo a la agenda.

14 de febrero.

Hoy era un día especial por tres sencillas razones: La primera, mi mejor amigo Thomas regresaba de su viaje a Chicago; segundo, Thomas cumplía 16 años hoy,  y; tercera, pero no por ello menos relevante, ¡Era San Valentín!

Desde octubre hasta febrero, habían transcurrido tres meses de nuestra complicada amistad. Al principio, todos nuestros compañeros nos trataban de la peor manera, no aceptaban que fuesemos amigos y estuve a un paso de rendirme nuevamente, pero al ver a Thomas tan emocionado, no fui capaz de hacerlo. Al final, indignados, terminaron por aceptarlo. Está claro que, eso no quiere decir que me dejen de llamar bolita. Ignorarlos es la mejor manera de pasarlo desapercibido.

Tomé un paquete de harina y me dirigí hacia al siguiente pasillo. Estaba en el supermercado comprando ingredientes para hacer panqueques para Thomas. Últimamente, era muy buena en la repostería, trabajaba medio tiempo en una pequeña tienda donde hacian postres y café. Lo había conseguido para ayudar a mamá con los gastos de la casa, había que pagar comida, luz y agua. Lo que sobraba lo guardaba para la universidad.

Tomé los panqueques del horno y comencé con la decoración de éstos. Me decidí decorarlos con gestos que Thomas hacia basándome en sus rasgos físicos: Ojos marrones, cejas pobladas, cabello oscuro y una sonrisa de oreja a oreja. Ya terminados, metí  uno por uno dentro de una caja de regalo color roja, su preferido.

Acomodaba el gorro rosa fucsia en mi cabeza y el teléfono timbró. Lo cogí, era un mensaje de Thomas avisando que ya había llegado a New York y se dirigía a la feria. Envolví la bufanda alrededor de mi cuello y me abrigué bien antes de tomar el regalo y salir de casa.

Bajé del taxi y una figura masculina en la entrada del parque me saludó sonriendo. Había cortado su cabello, pero seguía siendo el mismo Thomas de siempre, solo que ahora lucía un año más viejo. Corrí hacia él y me detuve agitada.

-¡Feliz cumpleaños! -estiré mi brazo derecho donde colgaba el regalo.

-Gracias, Zoé. -lo tomó- lo abriré en mi casa- asenti.

Nos adentramos a la feria y nos miramos mutuamente sonriendo. Tiro al blanco, el martillo, la casa del horror, el carrucel,  entre otros son los que jugamos. Agotados, fuimos por una bebida.

-¿Cómo te fue en Chicago? 

-Es realmente hermoso, quiero llevarte ahí -daba pequeños sorbos a su jugo.

-Pero yo quiero ir a Japón -y era verdad, había un lugar muy hermoso en Japón al que quería ir.

-Te llevaré a donde quieras, entonces -reímos.

Habíamos estado en muchos juegos que no había notado lo oscuro que estaba. Ya era de noche y aún no me quería ir. Los fuegos artificiales fueron alzados al cielo y lucía verdaderamente hermoso. Sería perfecto para tu primer beso, o para declararte a alguien, o para pasar éste maravilloso día con mi único y mejor amigo.

-Te extrañe.

-¿Eh? -había escuchado sus palabras, pero la pregunta salió de mi boca sin permiso.

Tears are Falling | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora