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—¿Cómo fue?

El zumbido de los motores le impidió escuchar la pregunta de Coulson, aunque de haber estado todo en silencio tampoco habría prestado atención. Cuando el director le dijo que irían en avión, realmente no se esperaba que se refiriera a uno de los QuinJet de SHIELD. No había ventanas por las que observar el cielo, pero no importaba; Steve no podía dejar de mirar alrededor, preguntándose cuántos agentes se habrían sentado en esas sillas, o a cuántas misiones se habrían dirigido estando ahí dentro. Era como unas navidades adelantadas. 

—Perdone, ¿qué? 

—Digo que siento curiosidad sobre todo el proceso por el que pasó. Con el doctor Erskine. Debió ser duro. 

—Ah, eso— cualquiera esperaría esa pregunta de un compañero de la Academia, no del mismísimo director de una de las divisiones—. Más bien fue emocionante. Supongo que habrá visto fotografías de cómo era yo antes del suero, así que puede imaginarse lo que fue convertirse en esto— extendió los brazos refiriéndose a su cuerpo. 

Había ganado casi diez centímetros de altura y sus músculos, si es que alguna vez tuvo, aumentaron doblando su enclenque tamaño. La mejor parte, sin embargo, fue que el asma desapareciera y que sus defensas se hicieran más fuertes. Desde que le inyectaron el suero no se había vuelto a poner enfermo. Todo un récord en solo unos meses. Sin embargo, aún llevaba siempre consigo un inhalador, más por costumbre.

—El proceso dolió, es cierto, pero mereció la pena. Le estaré siempre agradecido al doctor Erskine— se miró las manos con pena  —. La suya fue toda una pérdida... 

Abróchense, estamos a punto de aterrizar

El QuinJet descendió verticalmente sobre la azotea del hospital, donde Coulson y Steve fueron recibidos por un grupo de médicos que les dirigieron inmediatamente al interior del edificio. 

Cruzando la puerta se dio nuevamente cuenta de que iba a reencontrarse con Bucky y los nervios volvieron a él. Hacía casi un año que no se veían, antes de que Steve se reuniera con el doctor Erskine y su equipo, y aunque habían mantenido contacto vía carta, nadie se hacía una idea de lo mucho que le había echado de menos. Nunca habían pasado tanto tiempo separados. La vez más larga fue cuando Bucky dejó el orfanato antes por ser un año mayor y pasó dos semanas buscando trabajo y apartamento para, cuando Steve saliera, vivir juntos. 

Entraron en el ascensor y el corazón empezó a latirle desbocado. Se moría por hacer miles de preguntas a los médicos, pero el nudo en su estómago estaba tan contraído que temía vomitar si abría la boca. El director Coulson le había advertido que Bucky estaba visualmente en muy mal estado, aún así Steve no sabía qué se encontraría.

Los doctores les guiaron por la planta hasta la habitación 723. Steve observó la puerta con los labios muy apretados. Idiota, se dijo, tantos días muriendo de preocupación por su amigo y cuando por fin iba a verlo perdía todo el valor para empujar la puerta. Tenía miedo de verlo triste, hundido por la terrible experiencia que había pasado. Bucky siempre fue su pilar, quien le hacía reír cada vez que lloraba, el que le salvaba de los niños más grandes con los que siempre terminaba peleando. Ver derrota en esos ojos sería un duro golpe.

—Adelante, Rogers— Coulson le dio un pequeño empujón y finalmente entró. 

La televisión transmitía a bajo volumen alguna clase de reality show. La luz del día entraba por las ventanas abiertas, iluminando la única cama de la estancia. Y en ella, con la pierna enyesada y colgando de un soporte, estaba un aún magullado James Barnes. El cabello largo hasta los hombros y la barba mal rasurada señalaron cruelmente el tiempo que su amigo había permanecido encerrado. No sabía si era por lo tan emocionado que estaba por verlo, pero por un instante pensó que le sentaba bien ese look

SHIELD Academy: Fase 1 [Stucky] PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora