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Era un precioso domingo soleado y parecía que el tiempo se hubiera detenido. Al menos así deseaba Steve que fuera. 

Después de haber ayudado a Bucky con sus ejercicios de rehabilitación, subieron a la pequeña colina que había tras el edificio de la Academia para hacer algunas fotos, pero la cámara fue enseguida olvidada a un lado. Ahí arriba solo se escuchaba el sonido de las hojas en los árboles meciéndose suavemente y de vez en cuando algún pájaro que, como ellos, solo buscaba algo de tranquilidad y calor solar. 

La cabeza de James estaba apoyada en su muslo y no dejaba de gesticular con las manos mientras explicaba una de sus tantas anécdotas en Europa. Steve ya la había escuchado antes, sin embargo no le importaba volver a hacerlo con tal de ver a su amigo tan relajado. 

Porque Bucky fingía estar mejor, pero Steve sabía que no era así. Todas las noches le escuchaba despertar con un grito debido a las pesadillas y, durante el día, había momentos en que su mirada se quedaba fija en un punto lejano, encerrado en los recuerdos de lo sucedido en Alemania. Aquello le rompía el corazón, pero no podía hacer nada si Bucky no aceptaba su problema. Y no iba a hacerlo, al menos no con él. 

Siempre fue así, desde pequeños. James hacía de escudo para que los golpes no le llegaran a él y luego, con una enorme sonrisa y un hilo de sangre bajando por su frente, decía que esos niños eran demasiado débiles para hacerle daño de verdad. "Yo soy más fuerte que ellos" aseguraba, y Steve se tragaba esa mentira, aún cuando al día siguiente su amigo debía quedarse en la enfermería porque las heridas eran más graves de lo que insistía en hacerle creer.

James Barnes había visto al pequeño y enfermizo Steve Rogers y decidió protegerle a toda costa desde el primer día. Porque su alma era noble y eso nadie podía cambiarlo. Pero Steve sí había cambiado y ya no sabía qué más decir o hacer para hacerle entender que no necesitaba un escudo para protegerle de golpes y verdades.

Una fugaz luz blanca le desconectó de sus pensamientos y miró hacia abajo.

—Te pillé desprevenido— Bucky, cuya cabeza seguía en su regazo, tenía la cámara de fotos de vuelta en las manos —. ¿En qué estabas pensando? Te veías muy serio. 

—Solo recordaba cuando nos escapábamos así del orfanato. 

—Buenos tiempos, aquellos— musitó asintiendo con la cabeza—. Voy a echar de menos al pequeño Steve. 

—¿Qué tiene de malo el Steve grande? Soy más alto, más fuerte... 

—Precisamente. Antes eras como la versión de bolsillo, podía llevarte a todas partes y...— se irguió para rodearle el cuello con un brazo— ¡hacer esto!— empezó a alborotarle el cabello, sabiendo lo mucho que odiaba que hiciera aquello. 

El rubio tenía la fuerza suficiente para sacárselo de encima sin problemas, pero esa era la primera vez que le escuchaba reír de nuevo y no pensaba cortar esa música. Se dio cuenta de lo mucho que había echado de menos ese sonido y la alegría que contagiaba. 

Cuando Bucky desistió con un "no es divertido si no tratas de escapar", se quedaron los dos tumbados boca arriba, con las cabezas juntas y mirando al cielo con sonrisas relajadas.

—Me he dado cuenta que aún llevas el inhalador en el bolsillo, pero en las cartas decías que el suero te curó el asma.   

—Lo hago inconscientemente — se encogió de hombros con una sonrisa resignada—. Supongo que es difícil deshacerse de los viejos hábitos. 

—No tan difícil — el moreno se apoyó en un codo y giró el cuerpo para meter la mano en el bolsillo del pantalón de Steve, quien rápidamente se tensó ante la presencia de sus dedos tan cerca de una zona de su anatomía que, últimamente, estaba fuera de su control—. Despídete de esto— inhalador en mano, Bucky se puso en pie y lo lanzó con todas sus fuerzas bien lejos. 

SHIELD Academy: Fase 1 [Stucky] PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora