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El solemne silencio que rondaba el cementerio fue abrazado por el tañido de las gaitas que, entre notas sollozantes y acompañadas por una voz angelical, dieron inicio al funeral del muy querido director Coulson. 

Los más allegados al difunto encabezaban la marcha cargando con ceremonioso cuidado el ataúd de robusta madera, cubierto por la patriótica bandera de barras y estrellas que bien se había merecido en vida durante sus misiones como agente. Tras ellos iba la poca familia y amigos que sobrevivieron a Phillip, manteniendo la cabeza gacha mientras se daban mudo apoyo unos a otros ante ese difícil momento que todos cargaban en el corazón. El profesorado y alumnos de la Academia cerraban la marcha con la misma pena pero más entereza, vistiendo riguroso negro a conjunto con las grisáceas nubes que empezaban a arremolinarse sobre sus cabezas.

Más allá de las losas de piedra se congregaban algunos fotógrafos cual buitres carroñeros, retratando al detalle cada momento de la ceremonia y a todos los presentes. Nick Fury, un hombre que solo había visitado la Academia en dos contadas ocasiones, tuvo que ser detenido cuando mostró intenciones de querer sacar a los paparazzis de allí a patadas. La tristeza no parecía tan adherida a él como en los demás, pero su agresividad en pos de obtener algo de respeto para el difunto dejaba entrever cuánto le afectaba realmente la tragedia.

El ataúd fue colocado con sumo cuidado en la grúa que más tarde lo hundiría en la tierra y la gente se fue agrupando hasta rodear por completo el nuevo lecho de Coulson, creando así una barrera contra la prensa. Un sacerdote con túnica blanca y Biblia en mano se plantó ante el féretro dando inicio al culto.

—El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar...— una gota cayó sobre la madera cual lágrima. No tardaron en seguirla otras y, uno a uno, paraguas negros fueron abriéndose cubriendo las nubes sobre sus cabezas. 

Steve miró al cielo con la seguridad de que ni siquiera una tormenta les impediría rendir merecida despedida al que fue un buen hombre y una gran persona. 

Durante un instante creyó que se trataba de la lluvia, pero al fijarse mejor se dio cuenta que el rostro de su amigo estaba húmedo. James permanecía parado a su lado cabizbajo, con la mirada perdida en el suelo ante sus pies y un ligero temblor en el labio inferior. Estaba conteniendo el llanto, mas no sorprendió a Steve. De no ser por Phillip Coulson, Bucky tal vez seguiría encerrado en Alemania, si no muerto. Ambos le debían aquella vida. 

Era incapaz de saber qué estaría sintiendo en ese momento, pero quiso darle mudo apoyo y hacerle saber que estaba ahí a su lado en todo momento. Estiró la mano buscando la suya y la estrechó entre sus dedos volviendo la vista al frente sin importarle lo que los demás vieran o pensaran de aquel gesto. No había intención romántica en ello, sino pura camaradería. Bucky siempre había estado ahí para él, era hora de que supiera que él también podía convertirse en un firme pilar.

Un cálido sentimiento de amor le embargó al notar la cabeza de James en su hombro, pero la tierna sonrisa que había aflorado en sus labios se borró al darse cuenta que no se estaba apoyando, sino que su cuerpo estaba precipitándose al suelo. Pidiendo disculpas con la mirada, le pasó un brazo por debajo de las axilas y lo sacó de la multitud para sentarlo bajo un árbol a varios metros de la ceremonia. 

—Buck, ¿estás bien?— se agachó frente a él preocupado, sujetándole el rostro con una mano—. ¿Qué ocurre? Háblame, por favor...

—Duele...  — siseó con los ojos fuertemente apretados, agarrándose la cabeza con ambas manos —. La cabeza... me duele mucho...— sollozó con un hilo de voz ronco, empezando a agitarse—. Quiero irme de aquí...  

—Está bien, volvamos a la Academia— miró hacia el gentío con cierto pesar por perderse el funeral, pero Bucky era mucho más importante en ese momento. 

SHIELD Academy: Fase 1 [Stucky] PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora