Capítulo 7.

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—¿Y bien? ¿Por qué me citaste aquí? —le pregunté a la chica delante mío.

—Tenía, mejor dicho, tengo algo que decirte.

—¿Y eso es?

—Hace tiempo me di cuenta de que no soy lesbiana, más bien soy bisexual y... t-tú me gustas, David...

Me quedé callado, solo pude acercarme a Vanessa lentamente para darle un beso, pero cuando estaba a punto de hacerlo... unos ruidos me despertaron.

—¡Putain de vie! ¡¿Por qué chingados me despierto en la mejor parte?!

Fui al lugar donde provenía el ruido y puede ver a mis padres alterados, yendo de un lugar a otro.

—¿Qué sucede? —preguntó mi hermana saliendo de su habitación.

—Tú madre dará a luz —respondió mi padre mientras nos entregaba unas maletas.

Subimos  todo al auto y fuimos directo al hospital, ahí llevaron a mi madre a la sala de parto, mientras que nosotros esperábamos afuera.

—Joder, no cené y ahora tengo hambre —se quejó mi hermana

—Se tardarán varias horas, ¿quieres ir por una pizza mientras? —sugerí.

—¿A las tres de la mañana? Mejor voy a la cafetería.

Comimos algo y después dormimos, horas después mi hermana me despertó.

—David, levántate, tienes escuela.

—Oh, merde —ví la hora y agarré mi sudadera para irme pero escuché la risas de Mía detrás mio.

Había caído en su broma... Otra vez.

—¿Cómo rayos caíste en eso? —dijo entre carcajadas.

Mía dejó de reír y nos quedamos en silencio hasta que mi padre salió forzado por unos enfermeros de la sala con una cara de preocupación.

—¿Qué sucedió? —pregunté mientras me paraba del asiento.

—¿Pasó algo con el bebé? —dijo Mía haciendo lo mismo.

—No, creo que el bebé está bien, pero tú madre... —bajó la cabeza.

—¿L-le ocurrió algo a mamá? —preguntó mi hermana preocupada.

—Ella... ella empezó a sangrar mucho... aún lo intento asimilar, pero están haciendo lo posible para que no le suceda nada malo.

Mi hermana y yo nos quedamos callados, tiempo después un doctor salió.

—¿Qué sucedió? —pregunté —¿mi madre está bien?

—Lamento informarles que la señorita Nicole tuvo una hemorragia posparto, logramos pararla, pero dudamos que resista.

Después de escuchar eso fui directo a la sala donde se encontraba mi mamá y me acerqué a ella, ella aún respiraba, pero no habría los ojos.

—Mamá...

—No... —dijo mi padre entrando a la sala, seguido de mi hermana —¡No! —se arrodilló ante ella y tomó su mano.

—Ma... —mencionó Mía con lágrimas en sus ojos.

Empezamos a llorar en sus piernas, pero alzamos la vista al sentir una mano, era mi madre.

—Los amo —dijo finalmente para cerrar sus ojos.

Lloramos más fuerte, hasta que un doctor nos pidió salir de la sala. Trasladaron a mi mamá a otra sala, mientras tanto, nos mostraron al bebé.

—Mateo... al menos tú estás aquí... —dijo mi padre aún con lágrimas en los ojos.

—Es muy lindo, se parece a ti David —exclamó Mía.

—Se parece a Mamá.

Un día después, mi padre se encargó de conseguir las flores favoritas de mamá para su entierro, era en dos días, no pude ir a la escuela ni él al trabajo, así que no pudo dormir en toda la noche. Ese mismo día, yo y mi hermana nos fuimos a dormir temprano, pero después de unos minutos Mía entró por la puerta.

—¿Sucede algo? —pregunté.

Ella solo se acomodó en mi cama y empezó a llorar, mientras tanto, yo acariciaba su espalda para consolarla, se quedó dormida y tuve que dormir en la esquina porque ella ocupaba el resto de la cama, pero al final terminó tirandome.

—Auch —me levanté del suelo y fui a la sala, ahí estaban los cuatro sillones, uno para cada uno, no pude evitar sacar una lágrima cuando recordé que ahora uno de esos asientos no tendría quien lo use.

Así pasaron los días, me despertaba algo tarde, mi padre no estaba y Mía salía con sus amigas. Revisé mi celular después de tres días sin hacerlo, tenía varios mensajes de mis amigos.

Rebeca García.
Hey, ¿vendrás a la escuela? :)

Cid Bagley aceptó tú solicitud de amistad.
Cid Bagley atacó tu aldea.

«Merde» pensé.

Zaira Ríos.
Recuerda, el próximo mes es el
cumpleaños de Cid.

Apagué mi teléfono, no tenía ganas de hacer nada, aún no terminaba de asimilar lo sucedido. Luego escuché que tocaron la puerta.

—¡¿Quién?! —grité sin levantarme del sillón.

—¡Nosotros! —exclamó alguien de afuera.

—¡No sé quiénes son wey!

—Sos pelotudo, somos tus únicos amigos, ¿quién más te vendría a visitar?

¿Auch?

—¿Qué sucede? —dije cuando abrí la puerta.

—Venimos a preguntarte que te ha Estado sucediendo en estos días —Dijo Rebeca.

—¿Estás bien? —añadió Zaira.

—Pues —pensé un momento lo que iba a decir —... He Estado ocupado.

Mentira.

Me miraron dudosos, y antes de que pudieran decir algo más, me despedí y cerré la puerta. Sé que pudo ser algo grosero, pero en ese momento no estaba listo para preguntas. El resto del día no hice nada, ni siquiera tenía ánimos para jugar algo, solo me la pasé llorando mientras pensaba en mi mamá. Tiempo después Mía llegó y empezó a hacer lo mismo.

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Cambié dos veces la palabra "wey" porque estuve investigando y por lo visto se puede escribir "buey, güey, weysiendo todos correctos(?

¡Di que eres...!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora