Capítulo 20.

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Desde la muerte de su madre, David se había hecho muchas preguntas, y lo peor era que no había quien se las contestara, le podría pedir consejos a su padre, pero era imposible ya que estaba peor, solamente se la pasaba tomando o durmiendo, a su hermana no le podía pedir un consejo considerando que la mayor duda que tenía era si él realmente era gay, ¿desde cuando había empezado a sospechar? Probablemente desde que Vanessa ya no le parecía tan increíble como antes y ahora su corazón latía cuando estaba cerca de otro chico. Estaba asustado y sobre todo no sabía que hacer, su hermana lo estaba obligando a «desmentir» el rumor de que era gay, ella decía que a su madre no le gustaría tener un hijo así, aunque él no recordaba haber escuchado eso de su madre, tampoco había forma de negarlo, por lo que debía hacerle caso a su hermana y terminar ese rumor que había empezado alrededor de 5 meses atrás, esa idea tampoco le agradaba mucho, tal vez no era del todo homosexual, pero si lo que sentía por ese chico, era algo romántico, podía simplemente decircelo a su hermana, aunque luego lo haría sentir mal, con el tema de su madre.

En verdad estaba perdido.

—¿En qué tanto piensas? —preguntó Cid, volteando desde su lugar hacia atrás, se sentaba delante de David debido a que el primer día los habían dejado escoger su asiento.

Al parecer David se había quedado viendo un punto fijo del pizarrón, con una mirada que reflejaba tristeza y preocupación a la vez.

—En ti, baby —contestó David, guiñando mientras bromeaba para disimular que hace un momento estaba a punto de tener una crisis.

—Hablo en serio, durante todas las clase estuviste más distraído de lo habitual y ni siquiera me hablaste para decirme alguna palabra —dijo el rubio.

Eso era cierto, no habían pasado muchas semanas desde que entraron a la escuela, pero se había vuelto un hábito que cuando ambos habían terminado el trabajo o había un cambio de profesor, David tocaba el hombro de Cid para contarle cosas triviales.

—¿Te estás preocupando por mi? —interrogó David, con una cara de picardía.

—Por supuesto que lo hago —definitivamente David no esperaba esa respuesta —, después de todo, ahora somos amigos.

—¿En verdad? —preguntó una chica morena, sentándose en una banca que estaba al costado de ambos chicos, quienes voltearon a verla casi al mismo tiempo, era Rebeca—¿Entonces ya no te molesta que David se junte tanto con nosotros?

—Pensé que lo considerabas una garrapata —intervino Zaira, sentándose en la otra banca.

—¡Eh! —David intentó parecer ofendido en modo de broma, ellos acostumbraban comentarios por el estilo, sabiendo que solo eran chistes, así que realmente no se ofendió.

—Si a Cid ya le agrada esta garrapata, entonces, ¿qué les parece hacer una pijamada? —propuso Rebeca, emocionada con la idea.

—No creo poder, debo cuidar de Mateo—contestó David.

—Mi padre no me dejaría dormir en la casa de alguien más —añadió Cid.

—Yo tengo entrenamiento toda la semana —agregó Zaira.

Y las ilusiones de Rebeca se desmoronaron poco a poco, era de esperarse, pero aún así ella ya había planeado eso desde días atrás, por lo que no podía darse por vencida.

—¿Y la próxima sema-

La castaña no pudo terminar la oración debido al grito de cierto chico.

—¡Zaira, ahí estabas! ¿Puedes venir? —todos voltearon a ver, era Never—Oh, hola David.

—Esperen un momento —agregó Zaira, para luego ir con Never.

—Parece que no se va a rendir nunca —dijo David, recargando su espalda en el asiento.

—Yo creo que tiene oportunidad, antes ella solo lo hubiera ignorado —agregó Rebeca.

—¿A qué se refieren? —preguntó el rubio, que no entendía por completo lo sucedido.

—A que Never sigue intentando que Zaira sea su novia después de un año de rechazo —desde de la explicación de su amiga, su cara parecía una mezcla de sorpresa, confusión y algo de decepción —¿no te habías dado cuenta? —Cid negó.

Entonces, David observó una pequeña mancha verde en uno de los ojos de su amigo, y a la vez, una reacción que denotaba celos, definitivamente no lo estaba imaginando, a Cid parecía gustarle Zaira.

—¿También lo notaste? —susurró la morena, David asintió —me alegra, ahora puedes ayudarme en algo.

¡Di que eres...!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora