Capítulo 15: A la de tres.

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Me desperté rodeado de maquinaria, de sangre, de cables y de doctores con máscaras de color verde.

—Más sedante —dijo uno.

Al oír las palabras del cirujano, una chica con el pelo rubio se adelantó y trajo una aguja de más de cinco centímetros de largo.

¿He mencionado que tengo pánico de las agujas?

Dí un brinco en la mesa de operaciones y ví cómo parte de mi brazo estaba abierto.

Salté de la camilla al suelo y rodé por el mármol pulido.
La cabeza aún me daba vueltas, pero debía apartar el mareo.
Debía salir de ahí.

Me puse en pie y ví cómo los cirujanos se quedaron con los bisturís y las herramientas en las manos, paralizados.

Claro, no se esperaban que su paciente saltara de la camilla.

La cuestión era: ¿Por qué me estaban operando?

Abrí la puerta de una patada y noté cómo un rayo de dolor me atravesaba la pierna.
Pero no importaba.

Debía salir de ahí.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Jhonny, sonriendo mentalmente.

—Eres un capullo Jhonny —mascullé avanzando por el pasillo.

¿Se le ocurría aparecer en ése momento?

Las luces tintinearon y noté un dolor de cabeza agudo.

—Joder, te han dejado para el arrastre —dijo Jhonny.

Ignoré a Jhonny y avanzé lenta y penosamente por el pasillo.

Joder ¿Cómo de largo era?

Me apoyé en la pared, dejando escapar un suspiro y sentí como si me hubieran tirado un cubo de agua fría.

Daito.

Él...

Sacudí la cabeza.

Si me concentraba demasiado en eso, moriría yo también.
Debía darme prisa y salir de ése sitio.

Caminé, el pie se dobló, y caí estrepitosamente al suelo.

—¡Ahí está! —gritó una voz masculina detrás mía.

—¡Corre! —gritó Jhonny.

—¿¡Qué te crees que iba a hacer!?

—No sé. Puede que quedarte quieto viendo cómo tu vida se te escapa de entre las manos.

Fruncí el ceño ante el comentario de Jhonny, y justo cuando iba a preguntarle ví cómo el suelo por donde había pasado estaba manchado de sangre.

Mi sangre.

Avanzé marchando, un poco más rápido, y ví, por fin, la puerta del final, con el típico letrero verde en el que ponía "salida".

Empujé la puerta y eché de menos a la policía. ¿Dónde estaban cuando se les necesitaba?

—¡Ha salido del recinto! —gritó un vigía en lo alto de una torre— ¡Atrapadlo antes de que use su energía!

Noté cómo Jhonny se interesaba por éste último comentario y corrí, descalzo, por el suelo de tierra.

El sol me estaba dando de pleno en los ojos. Y hacía un calor tremendo.

—¡Atrapadlo, maldita sea atrapadlo! —gritó otro vigía.

Oí cómo los dardos silvabanen el aire.
Oí las risas de alguien a lo lejos.
Oí los gritos de los guardias.

Y, de repente, Jhonny hizo algo. No sabía el qué, ni sabía cómo, pero lo hizo.

Pyros (Elektros #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora