Escribía

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Escribía decía,
mientras dejaba sus tristezas
en el papel para no tener que explicárselo a nadie.

Y la humedad
que muchas veces
desbordaban sus mejillas,
iban haciéndose charcos.

Tejía en los mismos
renglones de siempre
ausencias que habitaban
aún en su pecho,
como laberinto
sin salida.

Escribía, decía.
Para no tener que cargar
a alguien más, con los mismos pecados que ella llevaba dentro.

Para que nadie supiese
lo que callaba o pensaba.

Escribía decía,
porque era la parte más
íntima de su pecho,
la que la mayoría no entiende,
por la que nadie pregunta,
la que pocos conocen
y algunos se asustan.

Escribía, decía.
Porque en el algún punto
de varios renglones sin rima,
era en donde se encontraba
ella misma.

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