Tres de azúcar

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El olor a café por las mañanas
siempre me regresa a la vida.

Yo estaba enamorada del café,
como lo estuve de su compañía.

- ¿Café?
me preguntó la mesera.
- Sí, con tres de azúcar por favor.
Respondí con media sonrisa.

Me gustaba ir siempre al mismo lugar
y sentarme en mi butaca favorita;
Ir por un café cargado de silencio
no es tan mala compañía.

Ahora que ya no me acompaña
tengo que saldar
todo lo que dejó pendiente.

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