Ese día

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Justo cuando la soledad era mi todo y el silencio era quien me acompañaba, por las noches la calma quebrantaba mi espacio y solamente se asomaba mi agonía.

Y justamente en ese instante en el cual empezaba a quererlos, apareciste ese día; con una sonrisa que des balanceó mi quietud y entonces la soledad tembló de miedo.

Es simple para el resto, caóticamente indispensable para mí.

Desde ese día no he podido olvidarle; esas noches repletas de silencio y calma, ahora se alimentan de lo que habita en mi imaginación.

Al recordarle con esos ojos hermosos, con esa sonrisa tan tierna, con ese perfecto olor de piel, mi corazón se agita y cuando escucha su risa, late de manera desesperada de emoción; sin embargo, aunque esos recuerdos habiten únicamente en mí, doy gracias al cielo por haberme sacado del infierno que me torturaba por completo.                                      

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