Capítulo 2

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Bruno:

31 de agosto, 2011

Salí del ascensor y me dirigí directo a mi oficina. Rosa o como yo le llamo de cariño: Rosy, se levanta de su escritorio en cuanto me ve.

- ¿Alguna novedad? –pregunto.

- Si, acaban de llamar acerca de la fiesta de aniversario del Bufete. Los señores encargados dijeron que todo estaba listo solo necesitan que tú, Edgar y el señor Ramón vayan a echar un vistazo para ver la decoración del salón o si quieren cambiar algo.

- Esta semana Edgar y yo tenemos mucho trabajo, pero le diré a Ramón si quiere darse una vuelta por allá. ¿Algo más?

- Por ahora nada.

Le agradecí con una sonrisa y entre a mi oficina.

Desde que abrimos el Bufete, Rosy trabaja para nosotros. Es una señora de 42 años, hace muy bien su trabajo, además, es nuestra confidente.

El 9 de septiembre se cumplen 6 años desde que abrimos nuestro Bufete, definitivamente gracias a Ramón, de no ser por él no se hubiera logrado. Él ayudo demasiado en este proyecto, cuando le dijimos nuestros planes a futuro quiso formar parte de ellos, a pesar de que él tiene otro Bufete, quería ayudarnos. Edgar y yo somos los jefes, encargados de este Bufete y Ramón es el dueño oficial ya que puso la mayor cantidad del dinero.

El día paso muy rápido, entre lectura de algunos documentos y revisar los nuevos casos que han llegado esta semana se me fue el tiempo en un parpadeo.

Justo a las 5:34pm, Edgar entra a mi oficina, no lo he visto en todo el día. Nuevamente, parece molesto.

- Estoy seguro que Tamara me engaña. –dice cerrando la puerta con fuerza.

- ¿Por qué lo dices? –observe como se sentaba en la silla que estaba frente a mi escritorio.

- Ana volvió a llamarme diciendo que nuevamente quería salir sin el niño. –suspira-. Tamara dice que quiere ver a Bárbara, pero sabe perfecto que su hermana puede ir a verla.

- Edgar, ella solo quiere salir. Tú la tienes obligada a una zona de confort, tarde o temprano comenzará a querer salir con amigas, familiares... -me interrumpe.

- O un amante. –rodeo los ojos.

- Perdóname si te lo digo, pero no tienen ninguna obligación a reclamar algo que tú le haces. ¿O acaso ella sabe de la existencia de Charlotte?

- Claro que no. –susurra y me le quede mirando unos segundos eso provoco que dijera la verdad-. Bien, no sabe cómo se llama, solo se lo he insinuado.

- ¿Por qué demonios le dices que tienes una amante?

- No se lo he dicho, lo he insinuado.

- Es casi lo mismo.

- El punto aquí es que me engaña.

- Como tú a ella y no es novedad. –Suspiro-. La engañas desde antes de que se casaran.

- Eres mi mejor amigo, debes de apoyarme.

- Si, en efecto eres mi mejor amigo. Pero no por eso te daré la razón con algo que está mal. –Puse mis codos en el escritorio y coloque mi mandíbula encima de mis manos, mirándolo fijamente-. La golpeas, la maltratas física y psicológicamente, le gritas, y la tocas sin su autorización que prácticamente es una violación. Eres abogado, sabes perfectamente que si ella un día de estos decide defenderse te espera muchos, pero demasiados años de cárcel, ¿cierto?

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