Capítulo 7

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Tamara:

Creo que me pase demasiado, Bruno no es como Edgar, ¿por qué le dije eso? Bruno me demostró que me respeta y nunca me obligaría hacer algo que yo no quisiera. Él tiene toda la razón, si hubiera querido; me hubiera violado en ese mismo instante, pero no fue así.

Soy una estúpida, actué por impulso. Solo dije cosas que no debieron de haber salido de mi boca, estoy segura que Bruno no me lo perdonara, él era mi único amigo, la única persona que puedo confiar ciegamente en él y ahora no lo tengo. Gracias a mi desconfianza por los hombres, por mi creencia que cualquiera me lastimara perdí al único hombre que hasta ahora si ha sabido respetarme.

- Tamara, ¿ya vas a venir acostarte? –dice Edgar mientras toca la puerta del baño.

- Si, ya voy. –digo.

Me miré por última vez en el espejo y suspiro. Estoy consciente de lo que se viene, por eso me entretuve en el baño pero no toda la vida estaré aquí metida. Después de segundos divagando decidí salir del baño, Edgar se encuentra sentado en la cama.

- Pensé que te habías ido por el retrete, mujer.

- Lo siento, ya puedes usar el baño. –murmuro y camine hacia la cama.

- No lo decía por eso. –Dice y se levanta para impedir mi paso-. Sabes por qué lo digo. –me sonríe mientras alza una mano y acaricia mi mejilla.

- Estoy cansada Edgar.

- No creo que hayas hecho grandes cosas en el día.

- No es fácil cocinar.

- Vamos, eres mi esposa. –da otro paso hacia mi hasta quitarme completamente mi espacio personal.

- Edgar... -me interrumpe.

- Deja de parlotear y déjame hacer las cosas. -Sus brazos rodean mi cintura y me pega a su cuerpo.

Años atrás me entusiasmaba tener su toque, Edgar es atractivo y me encantaba estar entre sus brazos, pero desde que me violo por primera vez ya no lo soporto. Detesto que este cercas de mí, no soporto el saber que me toca o besa, me siento asqueada.

- Edgar, es en serio. –comencé a removerme-. No quiero. –digo firme.

Alza su mirada hacia la mía y pude observar su enojo en las pupilas.

- A mí no me hables de esa manera, lo sabes perfecto.

- Y tú tienes que entender que no quiero, estoy cansada, no quiero. –volví a repetir y me alejé de él.

Edgar fue más rápido que yo, me tomo del brazo y me aventó hacia la cama. En cuestión de segundos lo tenía encima de mí, me tomo de las muñecas y las coloco encima de mi cabeza, el agarre de las muñecas iba cada vez más fuerte, sentía demasiada presión que comenzó a dolerme. Edgar se agacho y enterró su cabeza en mi cuello, yo me removía debajo de él.

- ¡Deja de moverte, maldita sea! –aleja su rostro para darme una bofetada y sentía como mis lágrimas comenzaban a salir.

Quiero que pare, no quiero su toque, pero es mucho más fuerte que yo. No puedo quitármelo de encima, cada vez que me muevo recibo un golpe de su parte.

Si, definitivamente Bruno no es como Edgar.


Me encontraba en el sofá, a las 3 de la mañana. Solloce en silencio y el cuerpo me duele por completo. Tengo mi teléfono entre mis manos y lo observo, miro el número telefónico, indecisa si marcar o no. Tome la decisión y pulse a llamar.

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