Capítulo 4

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Bruno:

3 de septiembre, 2011

Tecleaba en la computadora entretenidamente. Estaba redactando sobre una pensión alimenticia, esto es un caso de Adolfo, mi amigo. Pero lo llamaron para ir a una escena del crimen, algún otro caso del que se hará cargo y no quería atrasarse con este caso, así que me ofrecí ayudarle, ya que por ahora no tengo mucho trabajo.

Mientras escribía, no me fue imposible pensar un poco sobre lo sucedido hace dos noches con Tamara. Soy un idiota, no debí de haberle dicho lo que sentía por ella, ahora no he recibido ningún mensaje o llamada de Tamara. Se podría decir que todos los días recibía algún mensaje, ya sea solo por saludo o para contarme algo que sucedió con Edgar, pero ahora ni un saludo, a lo mejor la espante y no me quiere ni ver, justo por eso no he visitado a Andrés.

La puerta se abre de golpe y entra un Edgar demasiado sonriente, cierra la puerta y se sienta frente a mí. Me quite mis anteojos y lo observe curioso.

- ¿Qué ocurre? –fruncí el ceño.

- Nada, solo estoy muy feliz. –sonríe.

- Algo me dice que se trata de Charlotte. –me coloque los anteojos de nuevo y mire hacia la pantalla para seguir con mi trabajo.

- Exacto.

- ¿Ahora que paso?

- Primero fui con una nueva cliente que quiere divorciarse de su marido y de ahí me pase a visitar a Charlotte y no te imaginas lo que me hizo.

- Pues no me quiero imaginar nada. –lo mire-. Mejor dímelo porque sería de muy mal gusto imaginarme tus cochinadas. –rodeo los ojos.

- Amargado. –ríe-. Bien, te cuento. Hace mucho no recibía un grandioso sexo oral, me relajo, así de simple te lo digo.

- No sé qué decirte la verdad. –digo riendo y me recargue en el respaldo de la silla.

- Debes de saber cómo se siente, vamos, también lo has hecho ¿o no?

En ese tipo de temas nosotros dos no tenemos pelos en la lengua, lo podemos hablar abiertamente, en fin, somos hombres y mejores amigos, no hay secretos, hasta ahora.

- Si se cómo se siente, pero no es algo de mi gusto la verdad. –me encojo de hombros.

- ¿Hablas en serio? El sexo oral es lo más grandioso que puede existir, claro después del coito.

- Yo considero el sexo oral como algo más íntimo, tengo que tenerle demasiada confianza a la chica para poderlo practicar.

- Por lo que dices, ¿tú nunca has hecho sexo oral?

- No, me lo han hecho a mí, pero yo a ellas no. –negué con la cabeza.

- ¿Evelyn te lo ha hecho? ¿Por qué demonios no le regresas el favor? Es una mujer demasiado guapa, hasta a mí me gustaría practicarle sexo oral.

No pude evitar reír ante su comentario.

- Si, Evelyn me lo ha hecho pero nunca se lo he regresado porque no me siento con la suficiente confianza. Me lo ha hecho porque quiere, no porque se lo pida.

- Que sínico sonó eso. –ríe y yo solo me encojo de hombros.

Evelyn y yo no somos novios, solo amigos con beneficios, se podría decir de esa manera. Pero todo eso comenzó hace poco, disfruto tener sexo con ella, pero no me complace del todo, no podría decir que me volvería adicto a sus caricias porque no me hace vibrar como a mí me gustaría hacerlo.

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