Capítulo 6

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Bruno:

Salí del ascensor y me dirigí a mi oficina. Tome la perilla de la puerta cuando la voz de Rosy me detuvo.

- ¿Señor Collins se encuentra bien? –dice preocupada.

Volteo a verla y sabia perfecto a lo que se refería. Eche un vistazo a mi atuendo, prácticamente me levante y me vine a mi trabajo. Me puse cualquier pantalón de vestir, una camisa blanca sin corbata y me arremangue las mangas hasta los codos, sin contar que no me peine en absoluto, al contrario, cada 5 minutos paso mi mano por mi cabello.

- Tuve una mala noche.

Para mí eso significa: desear con más intensidad a la esposa de mi mejor amigo y que me regrese a mi departamento con una maldita erección. No quería que se saliera de control, nunca pensé que ella fuera la primera en besarme, siempre me imagine que iba ser yo. Yo realmente quise ir a visitarla un rato en la noche, pero justo en el momento que sus labios tocaron los míos todo se fue a la mierda.

Luego no sé qué ocurrió conmigo que con solo ese roce quise más, muchísimo más. Solo quería que gimiera mi nombre una y otra vez, que me deseara tanto como yo la deseo a ella. No me arrepiento, solo que tengo que tener claro que por el momento está casada, a lo mejor no tiene un matrimonio perfecto pero yo me esperaría el tiempo necesario hasta que esté completamente libre. Edgar me dio permiso para acostarme con Tamara, pero eso no debió de suceder en este preciso momento, si se llegara a enterar, con cualquier suceso que moleste a Edgar puede hacer cualquier movimiento para acusar a Tamara de adulterio y a mí me llevaría entre ellos. Aunque nosotros llevamos más ventajas, solo se necesita más pruebas.

- Es mejor que descanses bien. Además, este sábado será el aniversario del bufete. –me sonríe tranquilizadoramente, yo sólo se la regrese.

Ella solo me habla de usted cuando me ve estresado o preocupado, piensa que cualquier movimiento en falso me puede sacar de quicio, pero yo no soy Edgar. Él cuando está molesto le gusta que sus empleados le hablen de usted, pero cuando está tranquilo no le importa si lo tutean.

- Descuida para el sábado todo estará mejor. ¿Alguna novedad? –me acerque a su escritorio.

- Por el momento nada, el señor Verduzco se encargó de los últimos trámites del aniversario, solo era eso.

- Perfecto, estaré en mi oficina. -Rosy me regala una sonrisa tranquilizadora.

Entre a mi oficina y fui directo a mi escritorio, tome mi teléfono y marque nuevamente a su número de teléfono. Sigue sin contestarme.

En toda la mañana he tratado de comunicarme con ella, pero no atiende mis llamadas y mucho menos mis mensajes. No sé por qué motivo me está ignorando, las llamadas entran pero me mandan a buzón, es más que evidente que no quiere hablar conmigo.

- Por favor, márcame. Necesitamos hablar. –digo después de la contestadora y volví a guardar mi teléfono.

Deje el portafolio en mi escritorio y pase ambas manos por mi cabello para jalarlo nuevamente. Necesito hablar con Tamara, quiero disculparme nuevamente y también por la forma en la que me fui. No sabía cómo reaccionar y solo actué por inercia: un cobarde.

- Estás demasiado frustrado, ¿Qué sucede? –escuche la voz de Edgar atrás de mí.

Doy media vuelta para enfrentarlo, justo él se encuentra cerrando la puerta de mi oficina.

- Te vi cuando llegaste y... -comienza mientras me apunta-. Por tu atuendo estoy suponiendo que tuviste muy mala noche.

- No pude dormir. –murmuro y camino hacia mi escritorio.

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