El Sol y La Luna

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"Amo el sol más de lo que te imaginas. Me hace recordarte a cada instante, cuando no estas a mi lado. Pero el sol no es capaz de brillar tanto como tú, no es capaz de calentarme tanto como tú".





Hay un pequeño niño de cabello ondulado y negro como la noche y piel nívea como la luna, sentado bajo un sauce; lee un libro de bestias místicas bajo la sombra del gran árbol en el jardín de su madre.

-Hermano, ¿has estado aquí todo el tiempo?
-Sí.

Hay un segundo niño de cabello dorado como los maizales y  piel resplandeciente como el sol, entrando por un portón dorado con una cesta de mimbre repleta de flores violetas, blancas, amarillas y rosas.

-Traje algo para ti.
-¿En serio, qué es?
-Flores.

El niño rubio camina con una enorme sonrisa tan deslumbrante como los rayos que iluminan su reino, balancea su cesta alegremente y se sienta junto al pequeño que cierra su libro para prestar atención a su hermano mayor.

-¿Por qué me has traído flores?
-Porque son bonitas y creo que te quedan bien.
-¿Me quedan bien?

Las pequeñas manos del rubio acarician el cabello negro de su hermano menor y este le sonríe dulcemente mientras toma una flor rosa y la coloca en la oreja de quien le regala un gesto lleno de amor y ternura.

-¿Me dejarías peinarte?
-Está bien, pero tú también debes dejarme hacerlo.
-Claro, pero no me vayas a apretar las trenzas tan fuerte como la otra vez.
-No lo haré, lo prometo. ¿Puedo seguir leyendo?
-Sí, sí. En voz alta, para que te escuche.

La sonrisa del menor de los dos se hace más grande cuando su hermano mayor se acomoda tras de él y comienza a trenzar su cabello e insertar flores en él. Lee en voz alta pero luego se detiene para tomar un puñado de flores y entrelazarlas para crear una corona con ellas.

-Loki, es hermosa.
-¿Te gusta, hermano?
-Claro que me gusta.

-Bueno, es para ti, Thor.
-¿Podrías ponérmela?
-Sí.

El pequeño que parece haber sido bañado con los haz de las lunas cuando nació, se gira para poder ver a su hermano sonriendo y brillando como el sol que tanto ama; le pide que incline un poco la cabeza y acomoda la corona en el cabello rubio con mucho cuidado.

-Gracias, Loki. Yo también ya he terminado de peinarte.
-Espero que no me hayas hecho nudos en vez de trenzas.
-No, no hice nudos. Ven, te enseñaré.

El mayor de los dos que parece haber sido bendecido por los cielos con la gracia del sol, se pone de pie y toma la mano de su hermano menor para guiarlo hasta la fuente dorada en el centro del jardín.

Ambos miran su reflejo en el agua cristalina. Loki, el menor, la luna pálida; sonríe al ver su cabello trenzado y adornado con flores violetas y blancas. Thor, el mayor, el sol radiante; se entusiasma y alegra al ver la corona hecha de flores rosas y amarillas coronándolo como el príncipe que es.

-Luces tan adorable.
-Cállate, Thor.

Loki se ruboriza cuando su hermano Thor lo abraza y entrelaza sus manos. Sigue mirando su reflejo en la fuente. Lucen tan diferentes, son un contraste que en cualquier lado destaca. Son como el sol y la luna. Uno es radiante y cálido, él otro depende de la luz del primero para poder brillar y calentarse; pero no le molesta porque lo ama y solo quiere cubrirse con los rayos de su propio sol.

-Thor.
-Loki.
-Me gusta tu cabello, no te lo vayas a cortar ¿Si?








-Te vi en la ceremonia pero desapareciste ¿Por qué? Pensé que estarías entusiasmado por mi regreso.

Todo y NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora