Ingenuo Amor

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"Amigo mío, estás enamorado" es la frase que lo sentenció. No, ya estaba sentenciado pero no lo quería ver, no lo quería admitir.

En su mente hay una sonrisa que lo ha hecho perder la cordura, que lo ha hipnotizado y hechizado.

Es la sonrisa más hermosa que ha visto en su vida, no hay nada que le pueda igualar. Dulce, amable, divertida y traviesa. A veces falsa y manipuladora, otras, sincera y tímida. Y Thor la ama, esa sonrisa perfecta, la que le pertenece a su hermano menor.

-Estás loco, no estoy enamorado - le dice Thor a uno de sus mejores amigos, uno que creyó lo comprendería. Sus nervios los deja ver en una sonrisa torcida que intenta, fallidamente, ocultar lo que siente.
-Oh vamos, todo lo que me has dicho indica que estás perdidamente enamorado - Fandral contesta con una sonrisa pícara mientras le guiñe el ojo a unas doncellas que pasan a un lado de ellos.
-¿Por qué creí que hablar contigo sería de utilidad?
-Porque soy el único que conoce este tipo de cosas. Soy un experto en el amor.
-Jaja, si claro. Más bien, eres un experto mujeriego.

Cabalgan fuera del reino sin preocupación alguna, o Fandral lo hace, porque Thor está inmerso en sus pensamientos. No se había dado cuenta de lo que la sonrisa de su hermano generaba en él, no entendía la razón por la cual sus sentimientos eran tan confusos y explosivos. Fandral le hizo entender algo que no tenía fundamentos. O parecía no tenerlos.







La primera vez que se dio cuenta que algo andaba mal, fue cuando vio a Loki sentado junto a su madre en una banca del jardín de la Reina. Ella estaba leyendo y él estaba señalando algo en el libro dorado que sostenía la Reina. Thor observó el contraste que se generaba entre su madre y su hermano, mientras ella vestía un hermoso vestido largo y dorado, él destacaba en un traje de cuero negro y seda verde.

Se perdió en el semblante de su hermano. Cabello negro, corto y bien peinado; piel pálida resaltando, un cuerpo esbelto y un par de esmeraldas brillantes haciendo juego con su sonrisa.

Loki alzó la mirada y se encontró con Thor en la entrada del jardín, le sonrió dulcemente y le indicó que se acercara a él y a su madre mientras su mirada regresaba al libro.

Y Thor no halló forma de negarse, sentía que había sido atado con alguna extraña cuerda invisible y Loki tiraba de ella lentamente; sus pies se movieron por inercia a la orden silenciosa que le dio su hermano con el simple movimiento de su mano.

Cuando estuvo parado a su lado, Loki giró para mirarlo y le volvió a sonreír; vio sus labios moverse sin deshacer la sonrisa y oyó su voz como una melodía sin palabras porque en realidad, no estaba escuchando nada de lo que le decía. Thor solo estaba mirando su sonrisa, su perfecta sonrisa y cuando su madre y su hermano esperaron una respuesta de él, sobre todo lo que le había dicho del libro que ambos leían, huyó del lugar fingiendo que tenía un entrenamiento. Huyó con el corazón acelerado.

La segunda vez que su alma dio un vuelco doloroso, trató de fingir que no sucedió. Deambulando por un pasillo hacia la sala Real, se encontró a su hermano caminando a lado de su padre junto con sus concejales; llevaba unos pergaminos y, desde lejos, pudo notar la fluidez con la que hablaba.

Seriedad en el rostro juvenil, los ojos esmeralda mirando fijamente a su padre y, de vez en cuando, a uno de los concejales; sus manos sosteniendo los pergaminos dorados mientras los entregaba y continuaban su rumbo. Thor miró con ojos soñadores al estratega más joven del reino, el más habilidoso e inteligente, el más astuto y responsable. En su rostro se dibujaba la concentración y en sus comisuras había una leve sonrisa formándose, algo natural y único en él, algo que solo Thor podía ver.

Sus ojos se cruzaron por unos segundos y la sonrisa oculta de Loki se hizo más visible para Thor y su corazón palpitó tan fuertemente hasta sentir que le estaba dando una paliza. Desvió la mirada y olvidó la razón por la cual estaba ahí.

Todo y NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora