Veintitrés.

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JUNGKOOK






Vi al policía detrás de Jimin ponerle una mano en la parte superior de su cabeza y empujarlo a la parte trasera del auto. A pesar de que estaba sangrando, todavía vi a Jimin sonreírme antes de que las puertas de la ambulancia se cerraran y tuviera a un paramédico enganchado en mí. Estaba llorando y tratando de negar con la cabeza. Estaba murmurando una mezcla de "Te amo" y "Soy quien lo hizo", pero todo sonaba como un enredo. La siguiente cosa que supe es que hubo un pinchazo en la curva de mi brazo y una vía intravenosa fue insertada. Lo que sea que se mezcló en la bolsa transparente colgando sobre mi cabeza hizo a mi mente ya difusa ondear dentro y fuera de la conciencia. Una cosa que todavía estaba sorprendentemente clara detrás de la bruma y el humo gris era que Jimin había estado dispuesto a poner fin a su propia vida para tratar de conseguir la libertad del resto de nosotros. Y ahora estaba nuevamente con las manos esposadas por mi culpa. Fuera bueno o malo, Jimin no podía parecer mantenerse exasperantemente fuera de problemas.

No podía creer lo que habían sido las veinticuatro horas desde que él me dejó en la casa hogar. Después que Jimin se fue, había pasado una noche pesada ante el juicio y desaprobación de Hyolyn cerniéndose sobre mí. Pienso que ella no creía que Jimin fuese una buena elección, pero si era lo último que tenía de él, entonces no iba a dejar que nadie lo contaminara. Efectivamente, a la mañana siguiente, fui suspendido concisamente de la casa hogar por mi supervisor por dejar mi puesto la noche anterior. No estaba seguro de sí suspendido se tradujera como despedido o no, y me sentí muy mal por dejar a los niños tirados por unos momentos robados con un hombre con el cual era como tratar de aferrarse a humo, pero me negué a lamentar alguna de las decisiones que había hecho en lo que concernía a Jimin.

Hyolyn había tratado de explicar qué lo había hecho por mi propio bien, pero no quería escucharla. Había tratado de llamar a Hoseok para que viniera a buscarme, pero nunca respondió. Había estado tentado de llamar a Jimin, pero las cosas con él fueron tan intensas, tan fuertes, que no quería enrollar el resorte hacia arriba con más fuerza. Al final, decidí tomar el autobús lo cual tendría que ser suficiente. Solo me había olvidado que el mundo estaba afuera para enseñarme cada lección dura que aún no había aprendido.

Ni siquiera había llegado a la parada del autobús antes de que una camioneta negra se detuviera chillando a mi lado en la acera. Mi instinto fue correr, huir, pero no había ningún lugar para ir. Si Yoongi me quería, él iba a buscarme y yo también podría hacerlo más fácil en mí mismo como fuera posible. Yo no era estúpido. Él me quería para poder llegar a Jimin o Hoseok. Él no me haría nada hasta que tuviera a cualquiera de ellos, o ambos, donde los quería.

Miré a los dos matones, noté que uno tenía nudillos magullados y un labio partido. Giré mis manos juntas y me obligué a tragar la bilis que se elevó en mi garganta.

—¿Es esa sangre de Jimin?

El matón se miró las manos y luego se volvió hacia mí con una sonrisa.

—No. Ese bastardo sangra negro. Creo que es de más cerca de casa.

Lo cual me había hecho atragantarme y tenía lágrimas en mis ojos. No podía pensar acerca de Hoseok herido, tal vez muriendo solo.

—¿Todavía está vivo? —Mi voz era el más escaso susurro, lo que había hecho que ambos matones sonrieran.

—Podría estarlo. La chica, no creo.

Solo cerré los ojos y traté de pensar en una manera en que nada de esto pudiera terminar sin que la gente que amaba muriera. No vi ninguna manera de que eso sucediera.

Mejor cuando es audaz. #1  [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora