Diecinueve.

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JIMIN







Debería haber sabido que Sohyun sabía más de lo que dejaba ver. Esa loca no dejaba que nada se le escapara, y yo debería haber estado más alarmado por el hecho de la desaparición de Hoseok de lo que estaba. Al final resultó que, mi amigo estaba escondido en el apartamento que Sohyun mantenía encima del garaje, por razones personales. Razones que involucraban más de un novio. Hoseok había estado justo debajo de la nariz de Yoongi todo el tiempo, tan cerca que realmente va a agrietar su culo cuando todo termine. El cabrón lo tenía bien merecido. Eso es lo que ocurría cuando un solo hombre trataba de jugar a ser Dios sobre la vida de tantas otras personas. Yo no podía esperar a reír en su cara y poner la bota en la parte posterior de su cuello.

Por supuesto que iba a tener que quitarme de mi boca el sabor amargo de la última mirada que Jungkook me había dado antes de hacer algo. Podía verlo en sus ojos; él quería que yo le pidiera que se quedara conmigo, para cambiar de opinión acerca de entrar en la boca del lobo. No podía hacerlo. No solo porque él podría consumirse si tratara de estar a mi lado, sino porque esta noche había estado a punto de cruzar una línea que nunca me hubiera imaginado a mí mismo atravesando. Se metió debajo de mi piel, me dieron ganas de hacer las cosas diferentes, pero no iba a ser posible, por lo que lo puse en el asiento del pasajero del Mustang '66 de Hoseok sin un beso de despedida y cerré la puerta. Vi sus ojos cuando se volvieron del color del bosque hasta el color del cielo en la noche, y se torció algo dentro de mi pecho con tanta fuerza, que pensé que iba a caer en mis rodillas.

Hoseok miró toda la cosa con el ceño fruncido, y cuando le dije que si algo le sucedía a él yo personalmente lo haría responsable, en vez de volverse ofendido u hostil, se limitó a asentir con la cabeza solemnemente y me dijo:

—Entiendo, Jimin. Ten cuidado.

No había tal cosa como el cuidado al jugar a la ruleta con un tipo como Yoongi, así que no me molesté en responder. Encendí un cigarrillo y vi como las luces traseras desaparecían por la esquina. Ya estaba cerca del amanecer y no había vuelto de nuevo a la cama, no después de tener un arma en mi cara y la pelea que siguió con Hoseok aun latiendo en mi sangre. Además, me sentí como si me ahogara en la decepción que sentía sangrando fuera de Jungkook mientras se alejaba. No podía pretender que no importaba, pero yo tampoco podía fingir que no sabía que necesitaba algo mejor que lo que iba a terminar llevando a su camino. Él no necesitaba pasar un segundo de su tiempo visitando una tumba o la cárcel, y aquellas eran casi las únicas dos opciones que él iba a conseguir si seguíamos yendo en la dirección que estábamos juntos.

Saqué mi teléfono de mi bolsillo trasero, y por tercera vez, que era más de lo que he hecho en toda mi vida antes, llamé a mi hermano. Él no respondió de inmediato, por lo que terminé el cigarrillo y volví a subir al apartamento ahora destrozado completamente. Realmente no había querido hacerle daño a Hoseok, pero nadie iba a sacarme una pistola e irse a la ligera, incluso si pudiera entender su disgusto por encontrarme envuelto alrededor de su hermano. Eso no era algo en lo que un hermano mayor quisiera andar.

Me desnudé y preparé para darme una ducha cuando mi teléfono decidió sonar desde la otra habitación. Suspirando, me envolví una toalla alrededor de mi cintura y me fui a contestar la devolución de llamada.

—¿Y ahora qué?

Jongin sonaba molesto y no podía culparlo. Él había cancelado el grupo que se avecinaba cuando los vecinos habían denunciado la perturbación antes. Él estaba molesto, Hoseok había aparecido de la nada, y aún más enojado cuando le dije acerca de la llamada de atención de nueve milímetros. Creo que él estaba empezando a arrepentirse de forzar esta cosa vínculo fraternal cuando él sabía bien que solo me importaba el tiempo que podía usar a mi favor.

Mejor cuando es audaz. #1  [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora