8 | Chloe

17 3 2
                                    

Auden

Está de más decir que pasé la noche fuera de casa. Hace cosa de hora y media acabo de dejar a Car con sus padres, afortunadamente sin resaca. Me habría dirigido con los míos inmediatamente de no ser porque encontré en los asientos traseros cierto cuaderno que no me pertenece. Deduje inmediatamente que es de la asiática cuyo bolso encontré después así que tomé rumbo a su morada temporal primero. No la encontré, por lo que Mary fue quien la recibió. Luego, ya fuera de casa, me di cuenta que olvidé un libro. Nada menos que otra novela de Austen: Emma.

Irónico el nombre, ¿cierto?

Ya antes he leído el diario de Car y obviamente el ejemplar me llamó demasiado la atención. Sobre todo por las notas adheridas en sus páginas. Llevaba casi una hora husmeando hasta que recibí la llamada de mi mamá, molesta por no saber nada de mí y advirtiéndome que quería verme en casa cuando regresara. No tengo ni la menor idea de dónde esté pero por mi bien y el de mis salidas con Car, decido bajar y continuar mi intrusión dentro. Ni siquiera levanto la vista cuando anuncio mi llegada.

—Hola —me dicen. Me detengo inmediatamente. No es mamá, ni mi papá, y por supuesto tampoco es Max.

Chloe me mira con una sonrisa tímida desde el sofá.

—¿Qué hay? —le digo, cerrando el libro con rapidez. Idiota de mí, ya que el brusco movimiento llama su atención.

—Emma.

—¿Qué?

—El libro —explica. Sí, que me atrapen in fraganti me hace actuar estúpido —. ¿Estás terminándolo? —pregunta. Doy un largo suspiro.

—En realidad, no lo estoy leyendo. —Me mira extrañada. En respuesta, lo tiendo hacia ella —. Lo dejaste ayer en mi coche. —Con un lento movimiento lo recibe mientras asimila lo que quiere decir.

—No me digas que leíste mis notas, Auden —expresa. Mi rostro delata que justamente eso hice —. Rayos —dice, con el suyo delatando vergüenza.

—Chloe —la llama Carson desde su habitación —, ¿vienes?

—Oh, sí, lo siento —contesta ella. Me lanza una fugaz mirada antes de seguir al otro al cuarto, aún con la cara roja. La puerta se cierra y una nueva voz me hace brincar de la sorpresa.

—¿Qué fue eso, hijo? —cuestiona mi padre, quien no me había dado cuenta que estaba de espectador. Lleva unos pantalones chándal y una simple camiseta. Su cabello está desaliñado y su barba empieza a crecer. En pocas palabras, luce diferente a como siempre, con sus trajes y camisas. Lo miro frunciendo el ceño.

—¿De qué hablas?

—¿Es tu amiga? —inquiere.

—Eso creo.

—¿Eso crees?

—La conocí ayer. No hemos hablado mucho que digamos —confieso. Comienzo a caminar a mi habitación —. Si vuelve a salir, dile que lo siento —pido, antes de cerrar la puerta.

Ya debería aprender que la curiosidad sí que mató al gato.

~°~°~°~

—¿Puedo pasar? —preguntan en mi puerta.

Comienzo a acostumbrarme a la peculiar voz de la chica por lo que no tengo que levantar la vista del boceto para saber quién es. Aunque de todos modos lo hago para prestarle atención, dejando el lápiz inerte. Chloe espera mi asentimiento para entrar y mira a su alrededor con curiosidad. Se detiene al instante que ve mi librero y se acerca a él con un brillo iluminando su rostro. Pasa sus dedos por cada uno de ellos hasta parar en el que tal parece capturar su atención, lo saca con cuidado y simplemente mira su portada.

Sin vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora