2 | Mi casa no es tu casa

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Auden

—Excelente, ya se conocían —dice mi papá, haciendo el intento por romper la tensión que de un momento a otro se acumuló sobremanera.

Dejo al chico con la mano estirada, cruzándome de brazos. Quisiera poder interpretar qué pienso al tenerlo frente a mí ahora mismo pero... no puedo. Hay tanto que procesar en tan poco tiempo que nada puede salir a la luz.

—¿No pueden acogerlo en casa de Jordan? —les digo a mis papás. De reojo veo la cara de horror de mamá que me reprocha de todas las formas posibles lo maleducado que suena eso. Él solo deja escapar un sonido que está entre una risa y un bufido.

—Estoy seguro de que se llevarán muy bien —opina mi papá.

—Le aseguro que no —dice él, sin dejar de mirarme.

—¿De verdad esperas quedarte aquí? —le pregunto.

—¿Por qué no dejamos la rivalidad fuera de esto?

—Chicos, chicos —interviene papá, otra vez —, no entiendo de qué hablan pero apuesto que lo pueden arreglar.

—Cuando vuelva por donde llegó —digo.

—El que está de más es otro —responde, dando un paso hacía mí.

—¿Por qué no te enseño tu habitación, Max? —intenta de nuevo, tomándolo por el hombro.

Mi mamá pone de su parte llevándome a la cocina. Saca unos guantes y me los pasa, señalándome los platos. Los tomo y empiezo a fregar. Mientras tanto, ella seca. La costumbre es que nuestras pláticas más importantes se tomen mientras hacemos esto así que intento ordenar las ideas sueltas que se encuentran en mi cabeza.

El ex de mi novia no solo reapareció en el mapa sino que vivirá conmigo. Durante un año los dos compartiremos techo y escuela. Y estoy seguro de que si fue a casa de Car apenas llegó es porque tiene la intención de recuperar su relación, lo cual nos pone en evidente rivalidad.

—¿Qué fue todo eso, Auden? —pregunta la mujer por fin. Suspiro.

—¿Recuerdas que Carol tenía novio cuando llegamos aquí? —Miro su ceño fruncido que me indica que intenta hacer memoria.

—Es él —Asiento en señal de confirmación. Le cuento nuestro pequeño encuentro matutino y ella me escucha atentamente. Ni siquiera comenta algo porque me haya quedado con ella —. Por eso llegaste como llegaste. —Dejo caer la esponja y cierro la llave del agua, mis manos se ciñen a la orilla del fregadero para buscar un poco de estabilidad.

—¿Qué pasa si quiere volver con él, mamá? —pregunto, pronunciando en voz alta mis mayores dudas.

—Entonces dejará ir al mejor chico que podrá encontrar —dice viéndome directo a los ojos, muy segura de sus palabras.

Ese es el problema: no sé si sea su mejor opción. Sí, la quiero con locura desde antes de ser consciente de ello. De eso ya no me cabe la menor duda. Sin embargo, Max había estado con ella desde que eran niños. ¿Cómo puede ser una lucha justa cuando ella y yo apenas somos pareja? Siento que se va a ir de mi lado mucho más rápido de lo que llegó.

—Anímate, hijo —dice —. Lo peor que puede pasar es una visita incómoda a esta casa.

¿Mi mamá está jugando conmigo? Lo tomaré como un sí por su sonrisa en estos momentos. No es que no tenga razón. En realidad, sería extremadamente incómodo. Max estará aquí y Car no podría venir sin topárselo. A menos que esté tan ocupado en sus entrenamientos que no tengamos oportunidad de verlo muy seguido.

Sin vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora