Capítulo 55.

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Abro los ojos y soy consciente de la incomodidad de mi cuerpo

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Abro los ojos y soy consciente de la incomodidad de mi cuerpo. Aún con confusión, me refriego el rostro y me quejo de dolor en la espalda. Cuando hago el impulso para levantarme, recién soy consciente de que esta no es mi celda y de qué estoy sola en este mugroso lugar. No logro entender qué diablos hago aquí. Me levanto de un sopetón de esta simulación de cama y me esfuerzo por recordar qué fue lo que pasó.

La mirada de Coleman pidiéndome perdón... y nada más. Frunzo el ceño ¿Por qué diablos se disculpaba así? Cierro los ojos y comienzan a venir las imágenes en mi mente una tras otra. Me toco el cuello... ¡El hijo de puta me inyectó algo! Camino hasta la puerta de metal y la golpeo con fuerza.

¡Necesito hablar con Christopher!

— ¡Sáquenme de aquí! — grito con toda mis fuerzas, golpeando la puerta una vez más — ¡Me cago en la puta, joder!

De inmediato siento un golpe en la pared a mi izquierda.

— ¡Cállate! — una voz raposa me grita del otro lado — Ya veo que eres tu tana.

¡Trish! Apenas recordaba que ella estaba en aislamiento hace una semana. De hecho, se supone que ya debe de estar por salir. A esta altura no sé en qué día vivo, no sé qué hora es.  Golpeo una vez más la puerta y al no tener respuesta me doy por vencida.

Me acerco a la pared y me siento.

— ¿Eres tu Trish? — pregunté en voz alta para que me escuche.

— ¡Por supuesto! ¿Quién más sino? — expresó — ¿Qué cojones te sucede? Ayer escuché una discusión aquí, pero no podía entender que mierda hablaban.

Suspiré y me pasé la mano por el cabello con nerviosismo.

— ¿Sabes quiénes eran? ¿Reconociste esas voces? — le pregunté.

¿West y Coleman? ¿Alguien más? ¡Joder!

— No, no lo sé... ¿Qué pasó eh? — preguntó y yo me refregué los ojos.

No quise decirle exactamente qué diablos pasaba, por ahora cerraría el pico. Sin embargo, tenía la necesidad de contarle una parte de todo el problema. Al fin y al cabo esta mujer tenía razón, ella fue la que me lo advirtió desde un principio todo. 

— Qué no pasó, querrás decir... — le contesto en voz alta — Cuatro encapuchadas se metieron en el baño y me cortaron las venas, estuve una noche en el Hospital.

Tenía la sensación de que me estaba escuchando atenta y podía imaginar su rostro de pura soberbia. El típico "te lo dije" se burlaba de mí. 

— ¡No me jodas! — grito ella.

La lamparita en mi cabeza se me prende, una idea se me pasa por la cabeza. Demasiado loca para que se transforme en una realidad, pero debo de seguir por ese camino. Al final la locura atrae y no está nada mal cuando todo te sale como la autentica mierda. Lo más loco que he hecho, fue enamorarme de un policía del módulo que justo es un detective encubierto, y juntos vivir una relación prohibida. Sin embargo es lo mejor que he podido hacer. Y estoy cansada de correr por una dirección contraria... 

• Código de Ética - (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora