Si esto era una broma no estaba siendo para nada divertido.
— Joder — murmuró Nora abriendo los ojos como platos.
— ¡Mentira! — exclamó Hope riendo y señalándome — ¡Tenemos a la puta mafia italiana en la celda! — se carcajeó.
— ¿Cómo dijiste que te llamabas? — preguntó Trish acercándose a paso lento.
Observé su mirada de acusación y supe que ella ya sabía quién era su nueva compañera de celda, o al menos qué delito estaba en mi expediente.
Caminé hacia atrás unos pasos hasta que mi espalda tocó los fríos barrotes, ante la atenta mirada de Nora y Hope.
— Isabella Fraccedini — contesté en voz baja.
— ¡Oficial! — gritó la mujer y golpeó los barrotes recibiendo un golpe de insultos desde las otras celdas — ¡Oficial!— gritó nuevamente.
— ¿Qué rayos hace? — preguntó Hope y yo corrí hasta ellas como si fueran mi barrera humana.
Aunque pensándolo bien, apenas las conocía.
— ¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Por qué gritas así?! ¡Silencio! — gritó Anderson al aire para acallar el murmullo de las demás reclusas — ¡He dicho silencio! — gritó nuevamente golpeando su garrote contra las rejas de nuestra celda.
Mi piel se erizó por completo.
— ¿Qué está sucediendo aquí? — llegó Miller con su cara de "tengo las esposas amarrándome los huevos".
Nora se sentó en su cama ya cansada de estar de pie y observó la situación con intriga.
— ¿Por qué mierda nos han puesto una maldita asesina en la celda? — preguntó furiosa señalándome y todos me observaron.
— ¡Yo no maté a nadie! — grité ya harta de las acusaciones.
— ¡Que se callen las dos!— esta vez el que gritó fue Miller.
Cerré mi boca enfurecida y me paré con la frente en alto a la derecha de Hope que me estudiaba con cautela y curiosidad.
¡Una delincuente me estaba acusando de asesinato! ¡Esto de verdad era el colmo!
Ya soporté que policías, que el jurado, que el juez y que miles de personas me acusarán de un homicidio, pero esta situación ya me estaba desbordando.
— Bueno... ¡Acá nadie es una santa! — exclamó Nora levantándose.
La observé atentamente. No sé realmente si me defendía a mí o se defendía ella de la acusación de Trish.
— ¡Qué tengo que dormir con dos malditas asesinas a mi lado! — gritó de nuevo y el barullo del módulo comenzó otra vez.
Nora respiró fuerte a mi lado y enfurecida se abalanzó contra Trish, sin embargo Anderson fue más rápido y la sostuvo mientras la mujer se movía de un lado a otro intentando sacarse de encima al oficial.
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• Código de Ética - (Finalizada)
Misterio / Suspenso• ¡PRIMER PUESTO EN LOS TIME AWARDS 2018! Una joven psicoanalista es acusada de asesinar a la esposa de un antiguo paciente. Se le imputa una pena de veinte años por homicidio en la prisión estatal, donde deberá aprender a cruzar la linea del bien...