Capítulo 35.

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Isabella me miraba fijo con sus ojos preocupados mientras mordisqueaba la uña de su pulgar

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Isabella me miraba fijo con sus ojos preocupados mientras mordisqueaba la uña de su pulgar. No quise ser tan sincero, pero para mí era inevitable, creo que ella ya conoce mi problema con el botón de sinceridad en el cerebro, no podía controlarlo. Además tenía que advertirle, porque si bien ella se podía imaginar levemente cómo podría estar el rostro de Hope, de seguro se llevaría una gran sorpresa al verla. Ella misma había sufrido una brutal golpiza, pero no había quedado así, porque básicamente no fue atada y pudo cubrirse el rostro lo más posible, en cambio Hope... no tuvo tanta suerte.

— Oh Dios mio — susurró Bella al verla solo de lejos cuando abrí la puerta.

Se tapó la boca con sus manos y antes de pisar la enfermería, se sentó en el consultorio de Coleman un momento para asimilar la situación y para que Hope no viera, si es que podía, su asombro.

Cerró los ojos unos segundos y luego los clavó en mí.

— Cuando la vi estaba tan cubierta de sangre que no veía exactamente cómo eran los golpes —  exclamó —¿Sabes si ella ya se vio? — me preguntó con sus gemas verdes vidriosas.

Tenía la necesidad de acercarme a ella y envolverla en mis brazos, pero no podíamos. Pronto cruzaría la puerta de la enfermería el maldito de Coleman, que se hizo el preocupado cuando llegó Baker.

— No lo sé Bella — ella negó con la cabeza — Apenas puede abrir sus ojos... si no se vio, se lo imagina.

Ella cerró los suyos y se tomó el rostro con las manos en el momento que el médico aparecía. La miró frunciendo el ceño y luego clavó su mirada de interrogación en mí.

— ¿Isabella? — la llamó y ella levantó su rostro para mirarlo — ¿Te encuentras bien?

Bella lo observaba con sus cejas juntas, pero no era capaz de articular una palabra. En sus ojos apareció un sin fin de emociones y sabía que se estaba mordiendo la lengua para no insultarlo. Como ella no se dignó a hablar, el médico dio unos pasos hacia adelante y posó su mano en el hombro de Isabella.

Inmediatamente sentí el impulso de acercarme a ella y quitárselo de encima, no quería que le tocara un pelo, no sólo por un problema de celos, sino porque ella a su lado estaba en peligro.

— Fraccedini se impactó al ver el rostro de Baker — expliqué para que se apartara rápido y los dos me miraron.

Coleman asintió y chasqueó con la lengua negando con la cabeza.

— Tranquila corazón, ya sé pondrá mejor pasando los días. Lo único que sabemos es que hay posibilidades de que pierda una vista, pero eso no se confirmará hasta que se desinflame la zona.

Isabella ahogó un grito y yo un puñetazo.

¡¿Corazón?!

¡Corazón! ¿Por qué coño la llama así?

• Código de Ética - (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora