Capitulo 5. Magia

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Ambos caminábamos en silencio cogidos del brazo. Podrían pensar que éramos una pareja que daba un paseo bajo la  luz de la luna en una noche estrellada, pero no era así. Un minuto antes habíamos dejado atrás ese lúgubre parque donde algo desagradable acababa de ocurrir. Había sido un episodio horrendo , no quería imaginar de haber subido al coche con ese patán, pero no era lo peor que podía pasar, después de todo solo quedaba olvidar, y cuanto antes mejor. 

En mi cabeza no rondaba lo ocurrido con el camarero sino el esperado beso con Joel que más tarde tuvo un trágico desenlace. Ahora todo era raro y distante. La magia del principio y ese tonteo gracioso y dulce había desaparecido como lo hace la espuma de la cerveza. Tan solo éramos dos personas cerca pero a la misma vez más lejos que nunca. Supuse que él no quería hablar y la verdad que yo no sabía que decir, y eso que las personas que se molestaban en conocerme muy a fondo sabían que era de hablar hasta por los codos. Quería romper ese silencio que cada vez se tornaba más incómodo, pero cuando abría la boca para decir algo Joel soltaba un suspiro. Hubiera dado cualquier cosa por saber que pasaba por su cabeza en aquel momento, pero desgraciadamente no era Edward Cullen. Aun así decidí romper el hielo una vez más.

- Estoy cansada de andar en tacones, me los voy a quitar. Advertí haciendo el amago.

- No te los quites holi, estamos a punto de llegar al coche. Te podrías hacer daño en los pies. Me tranquilizó escuchar el apelativo cariñoso con el que solía referirse ami. 

- ¿Cuanto queda? Pregunté ansiosa mientras desabrochaba la correa de mi zapato derecho 

-Eres una impaciente. Respondió sin mirar atrás.

- ¿Te importaría que me lastimase? Comente poniéndome coqueta y dando vueltas a un mechón de pelo que caía por mi rostro.

- Creo que eso acaba de quedar claro. Respondió muy serio.

-No quiero hablar del tema. Pasó y punto, lo mejor es olvidar. Resté importancia

- Tienes razón. ¿De que quieres hablar?

-No se. Respondí encogiendo mis hombros.¿Qué coche tienes? Quería poder reconocerlo, me hacía muchísima falta descansar los pies.

- Un Seat Marbella. Concluyó convencido. Yo fruncí el ceño

- ¡Anda ya! No lo creo.

-Así soy yo beby, me gustan las reliquias 

- Eso no es una reliquia. ¡Es una caja de zapatos! Respondí sarcastica

- ¿Eres tan cruel con todos o solo conmigo? 

- Solo contigo. Reí

- ¡Ahh! Esta bien saberlo. Metió la mano en su bolsillo y sacó un aparato negro pequeño. En un segundo unas luces se encendieron ante nuestros ojos y un flamante Audi abría sus espejos. Le miré de reojo.

- ¿Y tu? Eres tan mentiroso con todos o solo conmigo? En ese momento volví a recordar nuestra pelea en la discoteca y bajé la vista al suelo. 

Ambos subimos al coche y al fin pude quitar de mis pies esos malditos tacones. Al sentarme sobre los preciosos sillones de piel color negro de ese maravilloso coche un aroma dulzón y agradable invadió mis sentidos. Aspiré para poder apreciar mejor ese olor.

- ¡mmm! Piruleta. Dijimos ambos al unisono para después comenzar a reír como  tontos

-Por cierto Afri. Quería pedir perdón por llegar tarde y eso. Marta me pidió que la llevase al médico y no pude negarme. Lo habría echo por cualquiera. Contestó sincero pero sin despegar los ojos de la carretera.

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