XV

14 1 4
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entramos en mi casa, ya que él se ha ofrecido a acompañarme.

- ¿Puedes decirme a dónde vamos? – pregunto, luego de dejar el pañuelo en la mesa del salón.

- Si te lo digo ya no es sorpresa. – aprieta delicadamente mi nariz. – ¿Tienes cerveza? – cambia de tema, yendo hacia la cocina.

- En el frigorífico. – murmuro. – Pero no te las bebas todas. – le advierto en tono de broma.

- Tranquila rubia. No soy un borracho.

Río, negando con la cabeza. Es un caso perdido. Deshago rápidamente mi trenza y me pongo lo primero que pillo en el armario: un top negro y una falda blanca con cuadros vichy negros. Me maquillo un poco y me siento en la cama para ponerme mis sandalias de Jimmy Choo rojas.

- Nena, como sigas tardando voy a beberme toda tu nevera. – dice Nano, entrando en mi habitación. – Vaya, es un vestuario de niña pija en toda regla.

- ¿Niña pija por qué? – pregunto, al mismo tiempo que esparzo perfume en mi cuello.

- No sé, pero es de niña pija total. – hace una mueca. – Si antes te iban a mirar mal, ahora más todavía.

- Pues dime a dónde mierdas vamos. – digo, estresada. – En serio, me estás poniendo muy nerviosa.

- ¿Sí? Pues qué pena. – se acerca a mí y planta y duro beso en mis labios. – Cámbiate, anda.

Nano me deja sola en mi habitación, con ganas de más. Rápidamente me cambio la falda por unos pantalones vaqueros ajustados y las sandalias por unas Converse negras. Me va a volver la cabeza loca.

- Ya estoy. – le digo, plantándome en frente de él. – ¿Me lo vas a decir ya?

- Bua, ahora sí. – me sonríe. – Y no, no te lo diré. Vamos en mi moto.

- ¿En moto? ¿Sabes el vértigo que tengo a la velocidad? – me quejo, ahogando un grito de terror.

- Nena, no es una pregunta. Es lo que hay. – agarra mi mano. – Te prometo que te lo pasarás bien.

(...)

- Ya hemos llegado. – dice, aparcando la moto en una acera.

Un descampado. Me ha llevado a un descampado. Un descampado en el que nada más que hay tierra y piedras. Ah, y bichos. Muchos bichos.

- ¿Qué hacemos aquí? – vuelvo a preguntar mientras caminamos.

- Vas a darme suerte en una carrera de motos. – me sonríe.

- ¿Me has traído a una carrera ilegal? – entro en cólera. – Yo pensaba que iba a ser un picnic tranquilo, viendo las estrellas...

- ¿En serio esperas esto de mí? Tía, yo no soy romántico. Todas mis novias han venido conmigo a mis carreras, y el dinero que he ganado nos lo hemos gastado en cocaína y marihuana.

DAMA (HVA 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora