Entramos en mi casa, ya que él se ha ofrecido a acompañarme.
- ¿Puedes decirme a dónde vamos? – pregunto, luego de dejar el pañuelo en la mesa del salón.
- Si te lo digo ya no es sorpresa. – aprieta delicadamente mi nariz. – ¿Tienes cerveza? – cambia de tema, yendo hacia la cocina.
- En el frigorífico. – murmuro. – Pero no te las bebas todas. – le advierto en tono de broma.
- Tranquila rubia. No soy un borracho.
Río, negando con la cabeza. Es un caso perdido. Deshago rápidamente mi trenza y me pongo lo primero que pillo en el armario: un top negro y una falda blanca con cuadros vichy negros. Me maquillo un poco y me siento en la cama para ponerme mis sandalias de Jimmy Choo rojas.
- Nena, como sigas tardando voy a beberme toda tu nevera. – dice Nano, entrando en mi habitación. – Vaya, es un vestuario de niña pija en toda regla.
- ¿Niña pija por qué? – pregunto, al mismo tiempo que esparzo perfume en mi cuello.
- No sé, pero es de niña pija total. – hace una mueca. – Si antes te iban a mirar mal, ahora más todavía.
- Pues dime a dónde mierdas vamos. – digo, estresada. – En serio, me estás poniendo muy nerviosa.
- ¿Sí? Pues qué pena. – se acerca a mí y planta y duro beso en mis labios. – Cámbiate, anda.
Nano me deja sola en mi habitación, con ganas de más. Rápidamente me cambio la falda por unos pantalones vaqueros ajustados y las sandalias por unas Converse negras. Me va a volver la cabeza loca.
- Ya estoy. – le digo, plantándome en frente de él. – ¿Me lo vas a decir ya?
- Bua, ahora sí. – me sonríe. – Y no, no te lo diré. Vamos en mi moto.
- ¿En moto? ¿Sabes el vértigo que tengo a la velocidad? – me quejo, ahogando un grito de terror.
- Nena, no es una pregunta. Es lo que hay. – agarra mi mano. – Te prometo que te lo pasarás bien.
(...)
- Ya hemos llegado. – dice, aparcando la moto en una acera.
Un descampado. Me ha llevado a un descampado. Un descampado en el que nada más que hay tierra y piedras. Ah, y bichos. Muchos bichos.
- ¿Qué hacemos aquí? – vuelvo a preguntar mientras caminamos.
- Vas a darme suerte en una carrera de motos. – me sonríe.
- ¿Me has traído a una carrera ilegal? – entro en cólera. – Yo pensaba que iba a ser un picnic tranquilo, viendo las estrellas...
- ¿En serio esperas esto de mí? Tía, yo no soy romántico. Todas mis novias han venido conmigo a mis carreras, y el dinero que he ganado nos lo hemos gastado en cocaína y marihuana.
ESTÁS LEYENDO
DAMA (HVA 1)
RomanceMaia Black narra su vida en Nueva York, todas las subidas y bajadas de sus amistades y sus dos amores: Eleazar y Nano