XXV

8 1 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Te voy a echar mucho de menos, bomboncito mío. – solloza mi madre en mis brazos. – Necesito que vuelvas pronto.

- En nada me tienes ahí. – sobo su espalda.

Estamos en el aeropuerto despidiendo a toda la tropa. Han estado aquí por dos días, y han sido los mejores de mi vida aquí. Nueva York es preciosa, y con ellos más. Cuando ya los vemos desaparecer, David y yo nos vamos a casa, ya que tenemos muchas cosas que hacer. Yo no, pues no tengo ganas de hacer nada. Soy muy vaga, lo siento. David me deja en el portal y él se va porque ha quedado con Leire. A saber. Entro en mi casa y me tiro en el sofá, respirando tranquilidad y vacío. Estos días lo único que se oía eran las risas de mis hermanos y las peleas constantes entre mi madre y mi tía, y la madre de David poniendo orden. Ahora no se escucha nada, y me cuesta acostumbrarme. Miro mi móvil y veo unas notificaciones de Whatsapp. No doy crédito a lo que estoy leyendo, pues Anita carga con fuerza contra nosotras.

" - ¿Quién ha sido la hija de puta que le ha dicho a mi padre lo de las drogas? ¡No es un problema, y no es vuestro puto asunto! ¿De qué cojones vais? – Anita escribe.

- Discúlpanos por preocuparnos por ti, amiga. – le contesta Leire. – No somos tontas, y sabemos que tienes un problema.

- ¡No os incumbe nada! Son cosas mías.

- Chicas, no deberíais de haberos metido en eso. – habla Emma por primera vez. – Son cosas personales.

- Ahora mi padre me quiere llevar a un centro, y no me quiero separar de Emma. Menudas amigas que sois.

- Te estás pasando. – escribo. – Eres una puta drogadicta, da igual cuando lo aceptes.

- Vete a la mierda, Maia Black. Tú y la otra santa.

Anita ha abandonado el grupo. "

¿Cómo puede tener la cara de decir semejantes cosas? Esto es una amistad, y cada vez que veamos algo malo en alguna lo diremos. Aquí nadie se guarda nada, y menos algo así. Suena el timbre y, aún con el móvil en la mano, abro la puerta. Eleazar entra rápidamente y deja unos papeles encima de la mesa del salón.

- ¿Qué te parecen Las Maldivas? – pregunta, pero antes de contestar, habla él. – Antes de que me digas nada, he hablado con una doctora del tema de Anita, y me ha dicho que en tiempo de abstención le vendría bien un viaje con gente que la apoya.

- Tu hija me ha llamado hija de puta por decírtelo. No sé si querrá verme. – me encojo de hombros. – Sé que es el típico enfado y la negación, pero no sé, duele.

- Ay, mi reina. – corre hacia mí y me abraza. – Sabes lo que pasa con esto. A mí me ha dicho que nunca me lo va a perdonar, pero yo sé que no habla con el corazón.

DAMA (HVA 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora