XXVI

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- ¿Crees que esto está mal? – me pregunta Eleazar.

Estamos en mi cama, abrazados desnudos. Yo apoyada en su pecho y él acariciando mi pelo. Quisiera estar así para siempre.

- ¿El qué? – levanto la cabeza para mirarle a los ojos.

- Esto. Nosotros. – nos señala. – Si esto se supiera, me juzgarán.

- ¿Quién te va a juzgar? – entrecierro los ojos.

- La sociedad. La sociedad está manchada de sangre de inocentes. Juzgan sin saber, y conmigo no será poco. – suspira. – Esta maldita diferencia de edad nos va a hundir en la miseria.

- Escúchame, – apoyo mi mano en su pecho y me alzo para tenerlo cara a cara. – tengo veintidós años, dentro de poco los veintitrés. A ver quien tiene cojones a juzgarnos.

- Pensándolo en frío, podría ser tu padre.

- Es verdad, pensándolo en frío podrías ser mi padre. – asiento con la cabeza. – Pero las cosas hechas con el corazón no se piensan en frío. Yo no sé los sentimientos que pueda tener hacia ti, pero si los hay, que sepas que son verdaderos.

Eleazar no aparta la mirada, pero su mano atrapa la mía y la acaricia con suavidad. Y es cierto, no sé qué sentimientos puedan tener hacia Eleazar, pero de lo que sí que puedo estar segura es que le tengo un amor inconfundible. Es tan bueno conmigo que me duele el darme cuenta de que hay otro hombre en mi corazón. ¿Dónde estarás, malote?

(...)

- ¿Entonces no podremos vernos esta tarde? Salgo de la empresa temprano. – dice, ajustándose la corbata.

- Tengo que hacer varias cosas. – suspiro. – Me encantaría verte después, pero de verdad que tengo cosas que hacer.

- Bueno, pues mañana nos vemos. – se acerca a mí y me da un beso en la frente. – Adiós, bombón.

Eleazar abandona mi casa y me quedo sola. Lo único que tengo que hacer es irme de compras sola, necesito tiempo para mí. Me visto rápido y salgo de casa. En el portal hay dos chicos hablando, pero cuando me ven dirigen su mirada hacia mí, causándome incomodidad. ¿Les doy una foto o qué? Decido pasar de ellos y entro en el coche para ir directa a un centro comercial en el que haya calefacción, pues el frío de Nueva York es insoportable. Llego al centro comercial y me paso por casi todas las tiendas, en las que compro muchas cosas. Joder, voy a necesitar ayuda como siga comprando. Después de dos horas de compras, decido sentarme en una mesa de un bar y pido un té. Recibo un mensaje de un número desconocido, y cuando lo abro veo que es una foto mía desde mi portal.

" - Rubita, estás súper guapa. – me pone aquel tío desconocido. – Veo que sigues siendo igual de pija que la última vez.

- ¿Nano? – escribo, sorprendida. – ¿Dónde coño estás? Llevo un mes sin verte.

DAMA (HVA 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora