XXI

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22 de diciembre. Ya ha pasado un mes, un mes que ha sido un auténtico caos, tanto por mis amigas como mi relación con Eleazar. Ha desaparecido de mi vida en un abrir y cerrar de ojos, como si yo le hubiera hecho algo malo, que en realidad no es así. Bueno, hay diferentes puntos de vista. La relación con mis amigas cada vez está más tensa: no por mi parte, sino por la de Anita y Emma. Anita la utiliza como quiere y eso nos molesta a Leire y a mí. Parece como que Emma no tiene personalidad, y es muy extraño todo.

- ¿Qué vamos a hacer en Nochebuena? – me pregunta David sacándome de mis pensamientos.

- Cenar pizza y dormir. ¿Tienes algún plan mejor? – enarco una ceja.

- ¿No eras la obsesa con la Navidad? Mírate, ni siquiera has puesto el árbol. – señala una esquina del salón.

- Estas navidades no están siendo muy bonitas que digamos. – murmuro, cruzando los brazos y agachando la cabeza. – No me apetece celebrar nada. Estoy lejos de mi familia, por si no te acordabas.

- Yo también estoy lejos de mi familia. – se sienta a mi lado. – Y por lo de las amigas no te preocupes: Emma abrirá los ojos, y si no al tiempo.

- Si nadie le dice nada, no va a abrir ni la boca para comer. – suspiro. – Tendré que hablar con ella.

Suena el timbre, interrumpiendo nuestra conversación. Miro a David con ojitos de cachorrito, y a regañadientes se levanta para abrir la puerta. Al minuto vuelve con una tarjeta azul en la mano, y me mira extrañado.

- ¿Tienes algún admirador secreto? – me pregunta mientras observa la tarjeta.

- Lo mismo te podría preguntar a ti. – me levanto y le arrebato la carta. – Voy a abrirla porque si espero a que la abras tú nos van a dar las uvas.

Abro el sobre y dentro hay una carta. El papel es negro y tiene mariposas azules alrededor. La letra es de color amarillo y en caligrafía. Me quedo leyéndola un buen rato, pues me quedo alucinada con el contenido.

-          Es una invitación de Anita para ir pasado mañana a cenar a su casa

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- Es una invitación de Anita para ir pasado mañana a cenar a su casa. – le digo a David. – Yo estoy flipando.

- ¿Por qué? A lo mejor se quiere arrepentir de lo que ha hecho. – lo miro enarcando una ceja. – O también puede ser su papi, que se arrepiente de haberse enfadado contigo. – me sonríe.

- Antes me creo tu primera teoría. – suspiro. – ¿Iremos?

- ¡Pues claro que sí! – exclama. – Ahora mismo me voy a comprarme el traje. Me voy a traer a Tyler.

- No lo han invitado. – le digo, mirando cómo coge sus llaves.

- Le preguntaré a tu amiguita. – agarra su chaqueta. – Luego nos vemos. ¡Te quiero!

David se va, y yo cojo mi portátil. Desde que estoy de vacaciones me aburro más que una ostra. Me he visto por lo menos la misma serie dos veces seguidas. ¿Y Nano? Eso me gustaría saber a mí. Parece que se lo ha tragado la tierra, al igual que su padre, y esto no me da buena espina.

Decido salir de casa a tomar el aire. Por lo menos me entretengo mirando las decoraciones de Navidad que han puesto en las calles. Me pongo un suéter largo blanco, unos pantalones vaqueros ajustados y unas zapatillas negras. Ato mi largo cabello en una coleta alta y cojo mi abrigo negro.

Bajo hasta el portal y camino por la calle, observando a toda la gente pasar. La calle huele a Navidad, a mí que no me intenten tomar el pelo. No es un olor que se pueda explicar, simplemente huele a Navidad y punto. Paro en una cafetería y me pido un té negro con leche calentita. Me siento en una mesa pegada al cristal y me pongo a ver mis mensajes mientras espero.

- ¿Dónde estás? – me dice Leire en un mensaje. – He ido a tu casa pero no abre nadie.

- En la cafetería de la esquina. – le respondo. – Vente.

Dejo el móvil y la camarera me da el té. Le agradezco y cojo la taza para sentir calor en las manos, al mismo tiempo que soplo en el contenido. A los cinco minutos veo a Leire entrar, pidiéndole algo a la camarera y se acerca a mí a paso acelerado.

- ¿Qué te pasa? Estás muy acelerada. – le digo, intentando calmarla.

- Lo siento. – coge aire. – Es que vengo corriendo. – ríe, y carraspea. – Venía a hablarte del tema de Emma.

- A mí me gustaría hablar del tuyo con David. – abre los ojos sorprendida. – ¿Te piensas que no lo sé? Él me pidió consejo, pero no sé qué ha hecho.

- No tengo por qué hablar de esto. – murmura, avergonzada. – Son cosas personales.

- Serán todo lo personal que tú quieras, pero hay una persona en la que no confío, que es Tyler. ¿Ha pasado algo? – la miro a los ojos. Ella agacha la cabeza. – ¿Qué es lo que sientes?

- Es un cúmulo de cosas... no sé lo que siento. Me gusta David pero él tiene novio. No tiene claro nada, no sé por dónde va a salir.

- Háblalo con él. En serio Leire, ese tío no es de fiar. Estoy segura de que trama algo. Es que estoy convencida, y mucho. – niego con la cabeza. – Seguro que sabe lo vuestro, y está jugando.

- No me digas eso, que ya sabes cómo soy. – suspira. – No quiero hablar con él porque me da vergüenza.

- Haz lo que quieras, pero páralo si no te convence. – le digo. – Y ahora sí, hablemos de lo otro.

- Bien. – suspira. – Yo es que no veo lo de Anita y Emma.

- Leire, está jugando con ella. – le digo, obviando los hechos. – A ella sí que hay que pararle los pies. Se está pasando, y mucho.

- Pero ya sabes cómo es: cada vez que intentamos hablar con Emma, salta la otra a joderlo todo. – dice indignada. – Estoy harta.

- No te preocupes, - agarro su mano. – que yo pararé esto, cuésteme lo que me cueste.

DAMA (HVA 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora