World Of Ashes

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Restricciones

Los Agreste; una de las familias más influyentes de Alfas. No solo reconocida por el gran renombre de su apellido y la belleza innata de los tres Alfas que la conformaban, sino también por el aura misteriosa que rodeaba a esta ilustre familia. 

Gabriel Agreste, el patriarca de la familia y gran diseñador de modas, no se le había visto más salir de aquella mansión desde la muerte de su amada esposa Emilie Agreste. Félix Agreste, pues él era todo un caso, a pesar de ser el único de los Agreste que se ve más a menudo en el exterior; su personalidad reservada, poco social y hasta huraña hacia que las personas comenzaran a rumorear. Finalmente; Adrien Agreste, de él realmente no se sabía nada más allá de su carrera de modelaje, jamás se le había visto fuera de la mansión para otra cosa que no fuese trabajo.

Aquella familia era increíblemente seductora ante los ojos de París.

Gabriel había cumplido la promesa que le hizo a su esposa: Proteger a Adrien, pero ¿A qué precio?

Al costo de la libertad de Adrien, ahora estaba envuelto en mentiras y restricciones. Gabriel se habían encargado del gobierno para que no lo alejara de él y había creado el mundo perfecto para que su hijo no sufriera.

Un mundo a la antigua, un mundo antes de los prejuicios, un mundo donde la maldad no existiera. Ese mundo había creado Gabriel dentro de las paredes de su imponente mansión.

Adrien no conocería el mundo real ni su crueldad. 

Adrien seguiría viviendo en inocencia. 

Atado a las cadenas invisibles que su padre había creado.

No era más que un prisionero con todo y sus restricciones.

¿Qué sucede cuando se le restringe a alguien?

Anhela. Siente una atracción sumamente fuerte hacia eso que es prohibido para el. 

Eso le ocurría al joven de ojos verdes cual esmeraldas. Ya no le bastaba con solo salir al patio de su casa, el deseaba con vehemencia ver más allá de esas paredes de concreto.

Quería tener la misma libertad que Félix, estaba harto de la sobre-protección de su padre. El mundo no podía ser tan complejo como él decía, ¿no?

Ya no era un bebé, estaba a punto de cumplir catorce. Quería conocer gente nueva, hacer amigos, conocer su ciudad. ¿Qué tenía eso de malo?

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 ― ¿Estás seguro de querer hacer esto? ― preguntó el chico de mirada azul grisácea a la par que cerraba el libro en sus manos. 

― Por supuesto.―  respondió el rubio menor con seguridad, haciendo que su hermano suspirara.

―  Adrien, sabes que a nuestro padre no le agradara la idea en absoluto.

― ¿Y qué hay de lo que yo quiero, Félix? ― Espetó el rubio algo molesto de que su hermano no lo apoyara. ― Quiero conocer personas nuevas, hacer amigos.

― Conocer personas no es tan maravilloso, créeme.― Dijo poniendo el libro en la mesa y tomando otro.― Algunas son acosadoras.―  Reprimió el deseo de rodar los ojos al recordar cierta chica. Adrien simplemente lo miró mal.

Félix soltó un suspiro cansado; sabía las razones por las cuales había mantenido encerrado a su hermano menor, pero eso no quitaba que comprendiera el deseo de libertad del muchacho.