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Almas rotas

"La felicidad es como una mariposa. Entre más la persigues más se aleja..."

Todos tenemos un pasado, el es que nos hace quienes somos en la actualidad. A algunos nos cambia para bien, a otros para mal.

Algunos tienen la fuerza y determinación para dejarlo atrás, otros dejan que los consuma hasta llevarlos a la amargura.

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Cerró la puerta con fuerza detrás de sí, se recargo contra la madera para deslizarse hasta terminar en el suelo. Suspiró con pesar ante los recuerdos del día de hoy. Se sintió tan impotente y harta que terminó golpeando la pared, importándole poco el dolor.

Las palabras volvieron a resonar en su cabeza:

«Yo puedo sacarte de esto.»

«Debes aprender tu lugar, tonta Omega.»

«Yo puedo protegerte.»

«El mundo solo nos ve como adornos, entiéndelo.»

«Mientras seas lo que eres jamás lograrás nada. Debes aprender tu lugar.»

―¡Maldición! ―Clamó al sentir las lágrimas nublar su vista. ―¿Por qué tiene que ser así? ― Masculló escondiendo su rostro entre sus piernas. Del bolso de su pantalón sacó un collar. ―Tal vez estábamos destinados a esto, Alek. ― Miró la fotografía dentro del dije: Una foto de ella y su hermano. Una donde sonreían, una donde estaban juntos.

Suspiró con pesar, ¿en qué momento su vida se convirtió en un infierno?

Cerró los ojos recordando aquella noche.

Ella solo tenía cuatro años cuanto su vida sé arruino. Unos extraños hombres irrumpieron en su hogar, por suerte los vecinos se percataron de que los hombres venían, avisándoles y así dándoles oportunidad de esconderse. Sin embargo, todo fue en vano. Ella y su hermano mayor fueron tomados a la fuerza.

Aún le parece oír los gritos desesperados de sus padres para que les dejaran con ellos, esta de más decir que fue en vano.

Fueron llevados a un lugar donde comenzaron a enseñarles como comportarse ante los Alfas, estar en ese lugar era una tortura tanto física como mental. Los golpes que sufrió las pocas semanas que estuvo ahí volvieron a su mente, haciendo que sintiera su piel arder.


Agradeció enormemente que su estadía en ese lugar no fue larga.

―Saldremos de aquí, Danny, lo prometo. ―Susurró el pequeño pelirrojo abrazándola, tratando de reconfortar a la niña que lloraba en sus brazos. ―Mírame. ―Ella obedeció topándose con la mirada achocolatada de su hermano, quien la miraba con suma ternura. ―Todo estará bien, en un abrir y cerrar de ojos estaremos con mamá, papá y...

―¿Daniela, estás bien? ―Una voz femenina resonó a sus espaldas, disipando la nube de recuerdos.

Limpió sus lágrimas con el dorso de su mano y respondió:

―¿Quién pregunta? ¿Madame Chardin o tú, Elissa? ―Farfulló la joven abriendo la puerta, revelando a una Omega de largos cabellos rojos y ojos cerceta.

World Of AshesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora