Mercedes contaba con dieciséis primaveras cuando decidió obedecer la ebullición de sus hormonas una noche de Halloween.
Pretendía vengarse de todos los que la habían tratado como una chiquilla malcriada. Sus padres la habían castigado por su comportamiento rebelde y le impidieron asistir a la fiesta de disfraces del colegio. Ella planificó un escape, contando con la ayuda de su mejor amiga, pero esta la delató para que no la opacara en la fiesta y se convirtiera en el centro de la atención.
Enfadada, esperó a que sus padres se durmieran para permitirle la entrada a Raimundo, por la ventana de su habitación; el novio de su amiga. No fue difícil convencerlo de tener una noche de pasión sin que nadie se enterara. Aunque en realidad, ella tenía todo arreglado para que sus padres conocieran su travesura, así como su amiga. Dejando en claro que a ella nadie la humillaba.
Minutos después, mientras estaba acostada en la cama, desnuda y disfrutando de un sexo salvaje con Raimundo, recibió una visita inesperada. Aturdida por la excitación no lo vio venir. Supo que estaba cerca por el sonido atronador de sus pasos.
Una oscura sombra apareció detrás de su excitado amante y una filosa hacha brilló en la oscuridad, al tiempo que el grito desgarrador de Mercedes sofocaba los gemidos de placer del inocente chico.
Lo último que vio fue la sangre de Raimundo brotando copiosa del cuello destrozado, segundos antes de caer sin vida sobre ella. Con rapidez apartó el cuerpo laxo que la apresaba y se alejó de él cayendo al suelo, aterrada. La misteriosa sombra salió presurosa por la puerta.
Al poco rato sus padres la encontraron bañada en sangre y sumida en un eterno letargo. Abrazada a sus rodillas y balanceándose con mutismo en el suelo.
El cuerpo de Raimundo había desaparecido. Nunca se supo nada de él.
Un año después, el mismo día de Halloween, Mercedes estaba recostada en su cama, tratando de olvidar los traumáticos recuerdos. Cerró los ojos para soportar las lágrimas de pena, pensando que ya era el momento de enmendar sus errores y pedir disculpas a sus padres, a la que una vez fue su amiga y a la familia de Raimundo. Pero cuando los abrió, la figura fantasmal del chico desaparecido la impactó. El brillo de un hacha le heló la sangre y la empujó hacia el más oscuro infinito.
En medio del más aterrador silencio, Mercedes desapareció, dejando solo una estela de sangre en la cama y sin poder cancelar la deuda que tenía con la vida.
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Trocitos de mi ♥️ Relatos
NouvellesCompendio de relatos y microrelatos. Disfruta de estos trocitos de literatura. Ríe, suspira y déjate sorprender... ♥♥♥