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No me podía creer que este chico a parte dé desorganizarme mis sentimientos, también desordenará mi vida entera, ahora mis compañeras me odiarían más de lo que ya lo hacen... parece imposible, pero hasta hace dos minutos se ha visto la primera prueba de ello.

¡¡¡Me cagó en la leche!!! ¿Ya estás? ¿O voy a tener que entrar también a por ti? - oí que decía ranma desde la puerta del vestuario de las chicas.

Mal educado, espérate un segundo que ya estoy. - dije dirigiéndome hacia la puerta como pude, me dolían todas las costillas y la columna por las patadas que me había propinado Eda bestia parda.

Ranma me vio salir haciendo gestos con l cara de dolor, y vino hacia mí con cara de pocos amigos y me cogió en brazos.

Ahora mismo te llevo a la enfermería y después iremos a casa. - sin decir nada me llevo volando.

En la enfermería tuvo que esperar otra vez afuera, rechistando, pero tuvo que esperar afuera a que me hicieran las pruebas para ver si tenía algo roto y que me vendaran toda l parte superior, me dieron medicamentos para el dolor y me mandaron a casa.

Al abrir la puerta de la enfermería allí estaba, sentado en el suelo en frente de la puerta de la enfermería, esperando a que saliera.

Pase de él como si no estuviera allí.

No hacía falta que me esperases, me sé el camino a casa. - dije empezando a andar hacia las escaleras.

Si, te sabes el camino a casa, pero de esas maneras en las que andas, pasado mañana llegarás a la esquina de la universidad. - Dino riéndose por lo bajo

Tenía que reconocer que me dolía todo y mi velocidad no era muy superior a la de una tortuga.

Pues no te preocupes, ya llegaré, ¡aunque sea para año nuevo! - dije girándome para encararlo.

Me cogió del brazo y me subió a su espalda agarrándome de los dos brazos por delante, echó a correr como hacía siempre que me llevaba a su espalda, ahora que lo tenía tan cerca me daba cuenta de que estaba más esculpido, era más robusto que cuando se fue, tenía más músculos. Era verdad que parecía más hombre, incluso su ropa había cambiado, ya no llevaba esa chaquetilla y pantalones chinos, los había cambiado por una camiseta de tirantes anchos negra y unos pantalones largos ajustados azules marinos. Y también estaba más alto, y más fuerte, lo tenía que recalcar porque era lo que más se notaba.

¿Ya no peso? ¿Como decías antes de irte? - después de escucharme preguntarle eso me mordí la lengua pensando en que no tendría que haber dicho eso.

Pero en seco y me dejo sentada sobre un banco que había cerca.

Vota a aprovechar este momento ya que no puedes llegar sola a casa, quiero hablar contigo. - dijo sentándose a mi lado.

No me has contestado. - giré la cabeza para otro lado porque me había puesto como un tomate

No... no pesas nada en comparación a cómo pesabas antes de irme. - suspiró un par de veces antes de empezar a hablar.

Que te ha pasado, que te paso cuando me fui... si tanto daño te hice. - no lo dejé terminar de hablar

Pues sí, me hiciste mucho daño, pensé que te irías de otra forma, que al menos te despedirías... de buena forma. Aun sigo soñando todas las noches ese momento en el que te fuiste. - mis ojos se empezaron a cristalizar. - es verdad que durante unos meses después de que os fuerais estuve sumida en una depresión de la que pensé que no saldría, después toda esa tristeza se convirtió en ira, y la ira en odio. Así es como acabe así, odiándote con todas mis fuerzas, y lo que más me fastidia es que durante dos años enteros te e odiado.

Hice una pausa para limpiarme los ojos, no veía nada más que manchurrones.

Sin embargo, hace dos días que llegasteis y ya me as echo hacerme un lío. - dije finalmente mirándole a los ojos. 

Ranma 1/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora