26

1.3K 65 14
                                    

Akane
Ranma había venido hasta mi habitación con la ropa desecha lo que había provocado el sacarme los colores, cuando se hubo abrochado toda la ropa nos quedamos mirándonos y nos echamos a reír, a pesar de todo seguíamos teniendo la complicidad que nos distinguía a los dos.

-quieres entrenar un poco. - me dijo dubitativo mirando de reojo mi brazo. - tendremos cuidado con tu brazo, lo prometo. palabra de Ranma.- puntualizó las últimas palabras levantando una mano y otra posándola sobre su pecho.

Un gesto que me hizo mucha gracia, parecía estar en un juzgado.
- está bien, hay que mantener la costumbre. - dije levantándome de la cama.

Después de dejarme cinco minutos para cambiarme, ranma ya me esperaba en el dojo.

Ranma era más cuidadoso que nunca, miraba de reojo antes de hacer ningún movimiento para cerciorarse de que yo por impulso no utilizase el brazo herido para parar sus golpes.
Después de un buen rato entrenando los dos estábamos exhaustos, nos tumbamos boca arriba en el suelo del dojo, mirando los listones de madera, algunos viejos carcomidos por el tiempo, y otros nuevos que habían cambiado nuestros padres por que se venían abajo.

Con la respiración agitada me giré hacia Ranma y vi que él ya me estaba mirando a mí.

Me sonroje solo de pensar cuanto rato llevaría mirándome.

-tengo algo en la cara. - pregunté mirándole con la misma intensidad.

-no, en absoluto. - cada vez que me miraba de esa manera sentía que podía traspasarme con esos ojos, que podía ver a través de mí, y que podría si quisiera coger lo que le diera la gana y sería suyo para siempre. - akane.. tengo que decirte. - no pude terminar de escuchar lo que me quería decir porque en ese momento alguien entró en el dojo.

-hola, me han invitado a entrar y me han dicho que estarías aquí. - mi cara debió de ser todo un poema. - hola Ranma, te importa si me llevo un rato a akane?. - dijo pasando la mirada de uno a otro.

Me giré para mirar a Ranma y le estaba fulminando con la mirada.

-claro. - dijo levantándose de donde habíamos estado hace dos segundos tumbados. - no soy nadie para que me pidas permiso para llevártelo. - eso hizo que algo en mi interior se hundiera y presionase con fuerza.

Yo también me levante y me encamine con la cabeza gacha para no mirar a ninguno de los dos a la cara.

- deja que me cambie y ahora mismo bajo. - dije mientras pasaba al lado del chico que me esperaba ante la puerta.

No pude evitar apretar los puños, a que había venido ese comentario de ranma, y que era lo que me tenía que decir, se había puesto tan serio que no creo que fuera ninguna de sus estupideces, me había gustado de verdad haber escuchado lo que me tenía que decir. 

Ranma 1/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora